Ante la oleada inconmensurable de películas del maintream argentino, necesitaba sentirme libre y burlar la obscena publicidad de algunas películas en cartel, necesitaba postrarme de manera calcina en un cine sereno, sin el estridente ruido del pochoclo mascullado con rapidez y alevosía. También deseaba sentirme conmovida por la familiaridad de las imágenes. Me dispuse entonces a emprender mi viaje cinéfilo hacia el cine Gaumont. Entrada la nochecita, horario del vermú y el copetín, me rendí ante una película en donde Manuel Puig es el protagonista de las misceláneas de un pueblo. Regreso a Coronel Vallejos de Carlos Castro, revela la contienda pueblerina ocurrida en torno a dos grandes novelas de Puig, La traición de Rita Haywort y Boquitas Pintadas.
La infancia de pueblo, le sirvió al escritor para crear la fantasía literaria que conllevaría sus primeras dos novelas, los amores de zaguán y el enamoramiento del folletín, se desprenden de los días en soledad del niño “Coco” (así lo llamaban) quien pasaba sus tiempos en el cine y en alguna tertulia al que lo llevaría su madre. Castro, pone sus ojos en el chisme desventurado (y absolutamente maravilloso) que recorrió Coronel Villegas y usa de manera emotiva la voz en off de la narradora de la historia.
Patricia Bargero, una erudita y una fiel seguidora de la obra de Puig describe con pesar el enojo del pueblo sobre la inspiración que haría el escritor sobre Villegas y sus habitantes. Sus palabras retumban como melodía en una película en donde se mezcla el espíritu chismoso de Villegas, la historia personal de Bargero y la construcción onírica de dos historias apasionantes emanadas de la literatura.
“El pueblo decía que Echevarne era Danilo Caravera”, el gigoló de familia “bien” que lograba enamorar a tres mujeres en Boquitas Pintadas. Caravera un vecino de Villegas, al igual que el personaje de la novela de Puig había muerto de joven de tuberculosis y su belleza había fascinado a un jovencísimo Puig. El pueblo señalaba la profecía literaria del escritor como herejía, incluso Bargero cuenta con asombro la prohibición que sufriera sus libros.
Castro construye una película fascinante, un puente entre Coronel Vallejos, el mito que creo Puig en sus fábulas, y General Villegas el lugar en donde supo nacer.
Regreso a Coronel Vallegos es la pausa, ese reparo nesario, ante las batallas del cine mainstream. La película ademas dispara la relectura de la primera etapa de Manuel Puig, esa etapa de novela folletinezca, de historias de galanes, estrellas de cine y solteronas enamorada