Atrapados sin salida
Regreso a la mansión Brideshead (Brideshead revisited, 2008) nos introduce en una trama cautivante. En este film de época (período de entreguerras), la historia nos permite acceder a un mundo donde la libertad es una ilusión y donde todos quedarán encerrados en una realidad artificial en decadencia pero que se perfila como única e invencible.
El film comienza con la voz en off del protagonista, Charles Ryder (Matthew Good), quien en un breve prólogo nos hace partícipes de sus sentimientos sobre la historia a desarrollarse. Enseguida se da inicio a un largo flashback que nos sitúa 10 años atrás. En este tiempo, Charles conoce en el campus de la Universidad de Oxford a Sebastian (Ben Whishaw), un joven aristócrata con quien inicia una relación de amistad que rondará la ambigüedad por la inclinación homosexual de este último.
El lugar que gana protagonismo dramático en el film es Brideshead, la mansión de la familia de Sebastian, que con su magnificencia cautivará a Charles tanto como lo hará su hermana Julia (Hayley Atwell). Más allá del triángulo que construyen estos tres personajes, se encuentra Lady Marchmain (Emma Thompson), la madre de los hermanos. Es ella quien le otorga el verdadero sentido dramático a Brideshead. Una señora de la clase aristocrática, que moldea su vida y la de su familia de acuerdo a los cánones de la fe católica. Su mirada a Charles es pues de desconfianza: su ateismo y no pertenencia a la alta sociedad no lo hacen digno de la amistad de Sebastian y mucho menos del amor de su hija. Su omnipresencia en la vida de sus hijos marcará un fuerte determinismo en el destino de estos.
Lo cierto es que Regreso a la mansión Brideshead nos sitúa antes que nada en un contexto. El período de entreguerras en una Londres signada por los prejuicios de clase y religión, pero que también es un universo ya en crisis. En este escenario se debatirán los personajes del film, cual marionetas guiadas por una sociedad que no acepta conductas fuera de los límites que impone la religión católica.
La infelicidad a la que son conducidos los protagonistas los deja en una posición de vulnerabilidad en la cual la presencia de Charles marca un contraste y una posible salida. Este personaje parece ser la opción de Sebastian y Julia para salvarse del destino de culpa al cual los induce la sociedad y la propia familia. Pero la película se encarga de mostrar que esto no parece viable. Desde la puesta en escena la película construye la idea de lo laberíntico para el personaje de Charles. Atraviesa largos pasillos, puertas y arcadas que refuerzan esa idea. La sensación de que no hay escapatoria termina por encerrar a Charles en el mismo espacio “brideshoniano”.
Como se dijo anteriormente, la historia logra cautivar al espectador. Pero la sugestiva puesta en escena consigue consagrar doblemente el mérito del film.