Más vueltas de tuerca que sentido común
Una secuela de una película más atendible (El pacto), que a su vez estaba basada en un corto homónimo del mismo director (Nicholas McCarthy, que no dirige ni está relacionado con esta segunda entrega, una mera derivación sin mayor sentido).
Combinación de historia de asesino serial, o quizá de legado de asesino serial más espectros (¡dejen de abusar del espejo del baño!), más revelaciones, más vueltas de tuerca, más intentos de sustos con inyecciones de música y luz. Hay una chica protagonista que limpia escenas de crímenes y un estiramiento de todo el relato con arbitrariedades diversas para llegar a un final que -como toda la película- lleva el sello de lo anodino, lo irrelevante y lo chapucero. Y de lo pretendidamente serio, más que nada por carencia de humor que por enjundia alguna.