El triunfo de la simpleza
La típica historia del deportista de barrios bajos que triunfa en las más altas esferas es un clásico tan trillado como recurrente. Eso sí, suelen ser pocas las que logran un argumento sólido que superen el lugar común del sufrimiento y machacan constantemente con las dificultades del protagonista.
La Reina del Katwe no escapa de esos lugares comunes. Es trillada en muchos aspectos, melosa por momentos y, obviamente, explota la emotividad a más no poder. Por eso, no es una película apta para cínicos, escépticos y los que buscan un mensaje complejo.
Sin embargo, es muy clara y contundente. El film sabe a lo que apunta, lo que tiene para ofrecer y la potencialidad de la figura protagonista.
Phiona Mutesi (Madina Nalwanga) es una ajedrecista que conoció al juego de casualidad gracias a la acción de su entrenador Robert Katende (David Oyelowo), un arquitecto y exfutbolista que recorrió una vida tan dura como la Phiona. Iletrada y vecina de uno de los suburbios más pobres, en el corazón de Kampala, Uganda. Un barrio dificilísimo, se podrán imaginar, más para una hija de madre soltera.
Su talento en el ajedrez la hizo competir, en su adolescencia, en las olimpiadas de Rusia en 2010. Un caso real, dado a conocer por múltiples medios de comunicación a nivel mundial. No es para menos, aquel que vea la película entenderá porqué.
Esa es la historia y como verán, los giros no son difíciles de suponer. Las dificultades económicas de la madre, la oposición de ella frente al maestro porque evita que Phiona se concentre en ayudar a la familia, los obstáculos que tendrá el equipo de ajedrez “Los Pioneros” para entrar a los distintos torneos por su condición social.
Más allá de saber esto, La Reina del Katwe es verdaderamente de esos films para toda la familia. Los personajes son queribles, hay situaciones graciosas y guiños divertidos, Madina Nalwanga interpreta bien los diferentes momentos de Phiona. A pesar de su evidente inexperiencia en la actuación, logra hacer sentir empatía. Lupita Nyong'o (Nakku Harriet) y David Oyelowo guían bien el dramatismo las situaciones más fuertes, pero no brillan en su actuación.
Uno de los puntos más fuertes del film es la búsqueda de realismo en los escenarios, el contexto de pobreza está bien resaltado y lo mismo sucede con los actores secundarios que acompañan. La música elegida y algunos guiños que parecen propios de la sociedad ugandesa suman credibilidad. En ese sentido, el trabajo hecho es remarcable, precisamente porque muchas veces se resalta en la historia pero pocas en lograr un ambiente verosímil al contexto del protagonista.
El film se hace largo por momentos, volviendo sobre algunas dificultades y en situaciones que parecen repetidas. Incluso alguna, como la inundación, que no fue tomada con la suficiente potencia dramática. La protagonista tiene varios altos y bajos en su camino y las 2 horas y monedas quedan un poco de más.
Sin embargo, se justifican en una historia que sorprende mucho y tiene bastante para decir. Mira Nair, directora del film, hizo un buen trabajo al llenar de sentimiento una vida tan sorprendente. También la fortaleza del guión la ayuda mucho para lograr su objetivo.
Es emotiva, es aleccionadora, muestra que, a pesar de las injusticias mundiales, se puede llegar a lograr salir, incluso desde lo más abajo del fondo. Obviamente, deja mucho para discutir, porque se trata de un caso único, con suerte y el exitoso, debe haber millones de casos más que quedaron en el camino por otras circunstancias y tomar como referencia la vida de Phiona para explicar la pobreza, es en principio ingenuo. Pero La Reina del Katwe no está para eso, sí está para motivar y brindar un mensaje de esperanza para aquellos que quizás se ahoguen en sus propios demonios.