Cuento de hadas en el Africa profunda.
Basada en un artículo publicado en ESPN Magazine por el periodista deportivo Tim Crothers (quien más tarde amplió el trabajo hasta convertirlo en un libro), Reina de Katwe recrea un momento en la vida de la ugandesa Phiona Mutesi, la gran maestra de ajedrez surgida de uno de los barrios más pobres de uno de los países más pobres de África, quien a los 14 años se convirtió en la representante olímpica más joven del juego ciencia. Como es posible sospechar, la película tiene todos los ingredientes necesarios para convertirse en un relato aleccionador, uno de esos en los que un protagonista desfavorecido acaba convirtiendo un destino potencialmente miserable, en uno exitoso gracias a su talento, empeño y fuerza de voluntad.
Se trata de una de esas historias que encajan a la perfección con el mito del American Way of Life o el de la Tierra de las Oportunidades, y con el modelo del Self-Made Man (en este caso Woman), héroe favorito de la cultura estadounidense y epígono de la sociedad capitalista, como protagonista. Todo eso abordado de manera indirecta, claro, porque ni la historia ocurre en los Estados Unidos ni sus personajes tienen nada que ver con aquel país. Aún así los vínculos son notorios. No por nada se trata de un film de los estudios Disney, que es además la primera superproducción de dicha casa cuyo elenco está integrado en su totalidad por actores negros, lo cual da una idea bastante clara de hacia dónde apunta el mensaje esta vez.
Si bien es posible que todo lo anterior pueda predisponer mal a algunos espectadores, lo cierto es que Reina de Katwe es atrapante a su modo. Y eso ocurre en gran medida gracias al trabajo de la directora de origen indio Mira Nair, quien consigue hacer de los personajes criaturas entrañables, incluso aquellos cuya conducta no siempre es del todo correcta. Aunque para eso deba pecar de excesivamente naïve y abusar de un costumbrismo que convierte a todos los habitantes de una paupérrima aldea en el corazón del África profunda, en personajes de Sarah Kay. Una consecuencia de eso es que las desventajas sociales sean percibidas apenas como maleficios de un cuento de hadas, que la joven reina de ébano deberá romper con sus hazañas, para por fin traer alegría a sus súdbitos, los habitantes de Katwe.
Buena parte del mérito de que dichos excesos no destrocen el verosímil que la película propone le corresponde también al elenco, encabezado por la bellísima Lupita Nyong’o, David Oyelowo, la joven Madina Nalwanga y una troupe de chicos que a su modo ocupan el lugar de los siete enanitos de Blancanieves, acompañando a la heroína en sus aventuras y aportando simpatía, ternura y emoción. Todo lo dicho convierte a Reina de Katwe en una propuesta con los hilos demasiado visibles, pero que aún así consigue convertirse en una experiencia cinematográfica disfrutable.