Historias de vida de gente común
La directora Rakhshan Bani-Etemad, ganadora con esta película en la última edición del Festival de Venecia por mejor guión, ofrece con Relatos iraníes (Ghesseha, 2014) un recorrido por la vida conflictiva de de una serie de personajes inundados por la frustración y la tristeza.
Cuando a uno le hablan de cine iraní suele pensar en películas sin ritmo, de esas en las que no sucede mucho y lo observacional se apodera de sus protagonistas. Este no es el caso de Relatos iraníes, una películaque sin poseer la vorágine del cine de Hollywood es dinámica y para nada aletargada.
Relatos iraníes cuenta siete historias sobre la vida de diferentes personas comunes que deben enfrentarse al desamor, la violencia de género, la burocracia pública, la ayuda social, el machismo y la ignorancia, todas enlazadas a través de un cineasta que recoge historias de gente común para la realización de un documental.
Cada uno de los relatos funciona como el engranaje del siguiente a través de un personaje que pasará de uno al otro, y así sucesivamente. De esta manera se logrará cohesión y no mostrar a cada uno como una serie de cortos independiente tal el caso de Relatos salvajes (2014). Como en toda película coral no todas las historias tienen la misma fuerza, pero sin dudas las dos últimas son las más potentes y logradas tanto en lo narrativo como en lo actoral. Al punto de sentir que no son parte de la misma obra.
Con una mirada melancólica y desesperanzadora, Rakhshan Bani-Etemad muestra a través de una cámara movediza y una imagen sucia a un país quebrado tanto institucional como socialmente, donde pareciera ser que las mujeres son las únicas que sostienen los pilares de una nación a punto de desmoronarse. Pese a ubicarlas en el lugar contrario.