Por las calles de Irán
A la manera de aquellos episodios cortos en Springfield, la experimentada realizadora Rakhshan Bani-Etemad aborda múltiples historias en Relatos iraníes, con personajes que entran y salen de cada “cuento” y conectan cada segmento del film, con una fluidez envidiable y con un muy preciso trabajo de montaje. La película, sutilmente coral, abre y cierra con la cámara de un documentalista que quiere registrar la realidad del país. Y lo que se observa en esta serie de historias, a modo de resumen, es una desintegración absoluta, una nación ganada por las injusticias y los órdenes represivos, especialmente hacia la mujer. Son ellas, especialmente, las que conectan mayormente cada micro-relato, dándole una unidad formal pero a la vez temática: Banietemad muestra lo que ocurre con las mujeres en su país, su rol secundario tras los hombres, su escaso espacio de decisión y cómo pequeñas decisiones pueden simbolizar epopeyas gigantescas.
Se puede trazar entre el cine iraní y el rock nacional cierto paralelismo. Así como aquellos autores de la música tuvieron que apelar a las metáforas para poder decir lo suyo en tiempos de dictadura, buena parte del cine de Kiarostami o Panahi (los dos nombres más emblemáticas del cine iraní de las últimas décadas), se rodearon de una poética en extremo formalista, que sugería más que lo que mostraba. Por eso llama poderosamente la atención este film de Bani-Etemad, que se parece un poco al rock argentino de los 90’s: más directo, menos sutil. Sin embargo, existe en la realizadora una consciencia evidente en cómo lo discursivo adquiere elementos del melodrama más epidérmico. Relatos iraníes es directa, física, incluso poco sutil para exponer sus temas. Es una película que el público poco afecto al cine de ese país podría ver sin problemas.
Y si bien eso podría hacer un poco de ruido y reducir el valor de la película, lo cierto es que hay en ese gesto algo de valentía y bravura. Además de darle un poco de acción a un cine iraní que pasado de metáfora, parecería ir viviendo sus últimos minutos de fama. Relatos iraníes, aún con algunos pasajes poco logrados y estridentes y con personajes ramplones, es una producción urgente, callejera, algo sucia y vívida. Es que la metáfora será muy bonita, pero a veces hay que decir las cosas como son.