Historias crueles
Relatos salvajes tiene sobrados argumentos para ser considerada una gran película. En primer lugar, porque lo que ofrece básicamente es un abanico de historias con distintos personajes, sin conexiones aparentes, y sin embargo al terminar la proyección uno sale convencido de que presenció “una” obra de arte compacta, homogénea e inalterable en el tiempo. En segundo lugar, porque al director Damián Szifrón se le puede criticar muchas cosas, pero si narrara en prosa lo que es capaz de narrar en el cine, estaría peleando un Nobel de Literatura palo a palo con cualquiera de los grandes. El manejo que tiene de los tiempos, el trabajo de edición de algunas secuencias y los planos magníficos que logra, lo ubican en un sitial donde solo entran los talentosos. Y en tercer lugar, porque se trata de una cinta con un elenco larguísimo y, salvo alguna excepción que no vale la pena mencionar, casi todos cumplen con un gran cometido.
Pero hay otra cuestión aparte que merece ser planteada, y es que no fueron muchos (Trapero, Caetano, aunque con otros estilos) los realizadores nacionales, por lo menos en los últimos años, que se atrevieron a poner en la pantalla grande la mierda del ser humano en la dimensión que lo hizo Szifrón y quienes fueran los que lo ayudaron a crear las tramas y los personajes de Relatos salvajes.
Son tipos y mujeres a los que ciertas situaciones los dejan en un plano bien de border, personas miserables no exentas en sí mismas de un humor ácido y quemado. Esa fue la principal apuesta del realizador en este producto, y claramente salió ganando. La violencia que se ve individualmente es la proyección hacia lo universal, hacia una sociedad que ve carcomidos sus cimientos de una forma terrorífica. Y los que piensen lo contrario, no hace falta que pongan Crónica para darse cuenta, vayan nomás a las tapas de los medios más conservadores y si tienen una pizca de sentido de supervivencia se van a asustar igual.
El eje del mal. Son seis las historias que se presentan en Relatos salvajes. Comienza con la titulada Pasternak y continúa con Las ratas, El más fuerte, Bombita y La propuesta, para finalizar con Hasta que la muerte nos separe. En todas y cada una se destila el hastío y la falta de conexión cada vez más notoria entre la gente. La despersonalización, el poder del dinero, los engaños, la furia contenida que en determinado momento explota y hasta una tensa lucha de clases, se vuelcan para incomodidad del espectador. Para seguir sumando porotos aparte de estas cuestiones sociales y psicológicas, la factura técnica de cada uno de los relatos es impecable. Ricardo Darín, Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Erica Rivas, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Darío Grandinetti y César Bordón son algunos de los actores que les prestan el cuerpo a estos atribulados personajes.
¿Se le critica a Szifrón que filma sobre seguro? ¿Que su propuesta tiene mucho de cine industrial? Bienvenidos sean más directores como Szifrón, capaces de juguetear con ideas de calidad y billetes bien usados en los rodajes.