Cuento de amor, de locura y de muerte
Es una de las películas más esperadas del año. Me corrijo, es indudablemente la más esperada del año.
Y suele suceder que este tipo de películas genere demasiada expectativa previa y que, por lo tanto, el problema de que sea una de las más esperadas, termine siendo llegar a la tan sala ansioso de verla que finalmente pueda darse el factor de "y? al final? tanta parafernalia para esto ...?".
Pero nada de todo esto sucede con la tercer película de Damián Szifrón (después de las notables "El fondo del mar" y "Tiempo de Valientes" y reconocidísimo por la icónica serie televisiva "Los Simuladores") que atrapa absolutamente desde la primer escena con un director que sabe perfectamente lo que quiere contar y conoce los mecanismos para que, como espectadores, nos veamos involucrados desde el primer fotograma.
Valida, a cada paso y con creces cada una de las expectativas iniciales que uno tenía antes de iniciarse la proyección.
Y no solamente porque "Relatos Salvajes" tiene un guión inteligentísimo y obsesivamente elaborado en cada uno de sus detalles sino porque además cuenta con un elenco absolutamente soñado tanto para los personajes protagónicos de cada una de las historias como para los actores que tienen pequeñas intervenciones (creo que el único caso que "desentona" es el de un cocinero en el segmento protagonizado por Erica Rivas, que claramente no logra el nivel de perfección del resto del elenco, quedándose muy por debajo de todos).
Y como si todo esto fuese poco, Damián Szifrón filma cada historia con movimientos de cámara exquisitos, inusuales, poniendo el ojo en donde pocos directores lo pondrían y donde él seguramente sabe que radica la diferencia y su búsqueda permanente de su excelencia: sólo al ver como en el relato de apertura donde elige poner la cámara y filmar desde el buche donde va el equipaje de mano de un avión, es casi un guiño cómplice para invitarnos, ya desde el puntapié inicial, a asomarnos a nuevos puntos de vista y a nuevas miradas.
"Relatos Salvajes" está compuesta por seis historias y ya desde el relato inicial -breve y contundente- protagonizado por Darío Grandinetti que se desarrolla enteramente en el interior de un avión, se deja bien claro el estilo que va a ir atravesando todas las historias. Mucho humor negro, un cinismo extremo en la mayoría de los personajes y cada uno de los protagonistas con un pie en el filo del abismo, siendo ése -inconfundiblemente- el punto en común de todas las historias.
Pasado el primer episodio y los títulos de apertura, llegarán los personajes de Rita Cortese y Julieta Zylberberg atendiendo a alguien que llega a un bar de mala muerte en una noche lluviosa y desolada. Luego Leonardo Sbaraglia tendrá que lidiar con un conductor molesto que le entorpece el paso en la ruta, Ricardo Darín se verá empujado al borde del precipicio por los vericuetos que le planteen situaciones de injusticia dentro de la burocracia hasta que desafie sus propios límites.
Oscar Martinez tratará por todos los medios de aplicar su poder económico para resolver un tema familiar oscuro y trágico y cerrará el tándem de historias, la de Erica Rivas como una novia que en plena fiesta de casamiento descubre un secreto que la perturba.
Conviene no adelantar mucho más.
Conviene ir con la mente en blanco y dejarse llevar a cada "mundo" por la mano diestra de Szifrón para ir creando diferentes estados de ánimo, climas y situaciones que se irán desarrollando con cada una de las historias.
Si bien cada una de ellas tiene una impronta particular y un tono específico que las define, comparten -tal como refiere el título- el momento salvaje por el que atraviesa cada uno de los protagonistas.
Mientras que la violencia instalada en cada uno de nosotros, esa violencia cotidiana con la que tenemos que lidiar, muchas veces habita como uno de nuestros secretos mejor guardados y que sólo queda en nuestro pensamiento -o inconsciente?- con la forma de "pero qué ganas de ......." en cada uno de los personajes de "Relatos Salvajes" se rompe la barrera y esa violencia contenida se traduce en acción.
¿Qué sucede una vez que esa barrera, ese límite, se rompió?. Lo interesante del planteo es que los personajes de Szifrón quedan como "cebados", con ganas de más, con una voracidad que los deja "pegados" a esa furia que parece, a primera vista, no tener ningún freno, que no quieren soltar. Una sed de venganza, de revancha, de justicia por mano propia que parece conducirlos a un camino de autodestrucción que ninguno quiere ni puede evitar.
Diálogos impecables, inteligentes, detallistas, absolutamente viscerales, con diferentes capas y lecturas (quizás sea necesario verla más de una vez) donde encontrar cada "señuelo", cada guiño que el guión va dejando, imperceptiblemente.
Y Damián Szifrón se ha rodeado de un elenco exquisito, sin fisuras, donde cada una de las actuaciones tiene el tono perfecto, la sutileza necesaria para mostrar ese quiebre que a veces se presenta en forma más evidente y otras, más solapada. Dejar entrever ese momento donde empieza a generarse el "punto de ebullición" al que llegan todos sus personajes.
Destacar una historia por sobre las demás o una actuación por sobre las restantes quizás sea un acto de injusticia porque todas las historias y todos los actores pasan por momentos de excelencia, de perfección, de profundidad.
Sin embargo, la indiscutible entrega de Erica Rivas en el episodio final es apabullante, con una riqueza gestual asombrosa. La contundencia técnica con la que está filmado el episodio protagonizado por Leonardo Sbaraglia también es otro de los puntos altos del film.
Ricardo Darín entrega una vez más otro personaje tan porteño como cada uno de nosotros -y sin dudas un episodio en donde uno no puede más que verse enteramente reflejado- y Rita Cortese maneja la negruga de su personaje con unos diálogos filosos cargados de violencia, con otro trabajo absolutamente a su medida.
Mas allá de todo lo que pueda decirse de "Relatos Salvajes", sin lugar a dudas la mayor virtud que tiene este estreno es la de generar un material riquísimo para un debate posterior que puede prolongarse por horas, porque cada una de las historias tiene detalles, diálogos, guiños, momentos que dan para charlar y charlar y seguir disfrutando de cada una de las historias, aún mucho después de finalizada esa proyección arrolladora.