Relatos Salvajes y el placer de perder el control
Un avión en caída libre, una bomba contra la burocracia, una novia vengativa, un conductor desenfrenado... estos son tan sólo algunos de los elementos de la ambiciosa y grandiosa Relatos Salvajes, que se estrena triunfalmente en 288 salas de todo el país, lo que la convierte en la première más grande de un filme nacional.
Relatos Salvajes es una aventura cinematográfica con varias historias no entrelazadas pero que comparten un elemento común: la pérdida del control. Del realizador argentino Damián Szifrón (Los Simuladores, El Fondo del Mar, Tiempo de Valientes), el filme fue seleccionado para proyectarse en competencia por la Palma de Oro en el 67° Festival de Cine de Cannes, y ahora emprende viaje hacia los festivales internacionales de Toronto y San Sebastián.
La película es sin dudas un espectáculo visual. La megaproducción está respaldada por los hermanos Pedro y Agustín Almodóvar y Hugo Sigman, además de estar musicalizada por el ganador del Oscar Gustavo Santaolalla y contar con un elenco tan impecable como grandilocuente: Ricardo Darín, Oscar Martínez, Leonardo Sbaraglia, Darío Grandinetti, Rita Cortese, Erica Rivas y Julieta Zylberberg.
Szifrón cuenta aquí seis historias muy diversas, siempre apostando al humor negro y a situaciones de la vida cotidiana que desencadenan acontecimientos que rozan el límite. La tragedia, el amor, el pasado y la violencia latente en todos nosotros llegan a un punto máximo que desata a los personajes y los lleva a un estado psicótico.
Ricardo Darín es uno de los varios protagonistas de este filme, y encarna a un ingeniero que lleva una vida normal en familia, pero que un día se ve sobrepasado al encontrarse con una burocracia inquebrantable y decide tomar medidas drásticas. Érica Rivas, por otro lado, es una novia que, en el día de su casamiento se entera que su ahora esposo le fue infiel. Y el resto es historia.
Con una temática universal y una innegable atracción, Relatos Salvajes ya enfila para ser un éxito de taquilla y un furor entre la crítica especializada, un combo poco usual en estos días en los que el arte lucha –a veces en vano- contra la dictadura del pochoclo.