El film del creador de Los Simuladores y Tiempo de valientes es un viaje entre la adrenalina y la pasión que todos sentimos cuando estamos fuera de control. Estreno: 14 de agosto
Por Teresa Gatto
Seis episodios: Pasternak, Las Ratas, El más fuerte, Bombita, La propuesta y Hasta que la muerte nos separe, le ofrecen a Damián Szifron la oportunidad de unir historias diversas de las que todos podemos ser víctimas un día en que nos encontramos fuera de control.
El verdadero hallazgo consiste en hacer de una microhistoria una historia plagada de dramatismo, aventura, acción, revancha y por sobre todo pasión. Hay que tener pasión para lograr algunas épicas personales cuando todo se da al revés.
De este modo, Pasternak, que abre la presentación del film, logra que nos acomodemos en la butaca porque la cámara impecable de su director promete mucho y da más. Darío Grandinetti, espléndido como siempre, logra un in crescendo dramático que abre la saga de las aventuras/desventuras de los seis episodios.
En Las ratas, una magnífica Rita Cortese junto a Julieta Zylberberg nos da una dimensión de quien ha perdido todo y ya no tiene nada más que perder en la vida. Pero el humor no está ausente. Nunca lo estará.
En El más fuerte, un genial Leonardo Sbaraglia se mide con un contrincante casual. Propósitos y despropósitos de un día en la ruta se plagan de acción y un humor sin palabras porque la cámara siempre está donde debe estar.
El episodio que tiene por protagonista a Ricardo Darín, Bombita, desanda las vicisitudes que todos alguna vez pasamos, sólo que está vez, el ingeniero sabe cómo tomar revancha de ese negocio llamado “Sistema de estacionamiento” que existe en la Ciudad de Buenos Aires.
Oscar Martínez se destaca en La propuesta, donde lo que se mide es hasta donde podemos caer de bajo para salvar a un hijo. Y la corrupción está siempre alerta para auxiliar al que sea capaz de trascender para mal su propia ética, intentando conseguir que un hijo no padezca.
En Hasta que la muerte nos separe, el amor toma revancha en el propio día del casamiento y Érica Rivas expone sus cualidades actorales intocadas para hacernos reír y llorar porque nadie querría ser esa novia, tampoco ese novio.
Cada uno de los relatos crea en el espectador la ansiedad por ver el próximo. No solo por la identificación con situaciones, personajes o sentimientos que experimenta en forma aleatoria, sino por la contundencia expresiva que se logra en el breve espacio temporal de cada segmento.
Los actores aportan características personales que desarrollan al máximo cada personaje permitiendo lograr ese verosímil que crea el buen cine. A las precisas decisiones de composición de las imágenes se suma la música original del destacado compositor Gustavo Santaolalla aportando en la construcción de los climas de cada una de las secuencias y logrando junto a todo el equipo (Arte, fotografía, vestuario…) una trama de imagen y sonido de gran potencia narrativa. Desde la idea inicial del guion hasta el último detalle de montaje, todo confluye en mostrar esas historias que todos queremos ver cuando vamos al cine de un modo que al decir “Cine Argentino” estamos diciendo: calidad.