La película tiene una propuesta atractiva, la relación tóxica entre un siempre insaciable Drácula y su “empleado” eterno. Un personaje que en el libro de Bram Stoker aparece como un recluso de un manicomio inglés que adquiere inmortalidad comiendo bichos. Pero la idea de los guionistas Ryan Ridley y Roberth Kirkman, y la dirección de Chris McKay es hacer una comedia y el comienzo es realmente prometedor. Además Nicolas Cage es Drácula (nació para serlo) y oh sorpresa su ayudante el buen mozo y famoso Nicholas Hoult. Para ilustrar su historia de convivencia hay un verdadero homenaje a la clásica película de 1931 con Bela Lugosi y un trabajo de computación que pone a los nuevos protagonistas en ese film. Cage compone y celebra con muchos detalles a aquellos actores del pasado y está magnífico. El nuevo Renfeld va a un grupo de autoayuda y descubre que merece una vida mejor. Hasta ahí todo bien pero desaprovechado porque la trama se interna en una relación del muchacho con una policía iracunda y su lucha contra una familia mafiosa. Y comienzan unas escenas de acción grafica digna de superhéroes pero que no aportan nada. Lo tenía todo para ser redonda pero se distrajeron.