Renfield ofrece exactamente el tipo de espectáculo que se podía esperar de una encarnación de Drácula interpretada por Nicolas Cage en su faceta más bizarra.
Si en el pasado te engancharon las películas excéntricas del actor el nuevo trabajo del director Chris McKay (Batman Lego) se disfruta bastante durante la mayor parte de su contenido.
Este proyecto, que tuvo una larga gestación y atravesó numerosos contratiempos, en su versión original elaboraba una historia mucho más seria.
El film iba a ser parte del relanzamiento del Dark Universe de Universal con los monstruos clásicos del estudio, sin embargo la producción se suspendió en el 2014 tras el fracaso comercial de Dracula Untold , protagonizada por Luke Evans.
Con el paso de los años la propuesta cambió de perfil y se encaró por el rumbo de la comedia de humor negro cuando asumieron la producción McKay (Batman Lego) y Robert Kirkman, un escritor de cómics con muy buena reputación en la editorial Marvel.
La trama propone una continuación directa de la versión de Drácula de 1931 realizada por Todd Browning donde Cage, con un perfil más alocado, retoma la peculiar composición de Bela Lugosi.
Ambientada en la actualidad, la historia trabaja el vínculo entre el vampiro y su sirviente para explorar de un modo creativo el tema de las relaciones tóxicas.
Curiosamente la dirección de McKay evoca de un modo más sólido el contenido de comedia de horror zarpada con el que se asocia a Evil Dead que el desangelado reboot oficial que también se estrena esta semana.
Nicholas Hoult hace un gran trabajo con la interpretación de Renfield y la crisis de conciencia que atraviesa el personaje tras años de servir al monstruo.
El contenido humorístico es efectivo y encuentra sus mejores momentos en cada oportunidad que podemos disfrutar a Cage en este rol.
Lamentablemente tras la presentación del conflicto central el relato del director se empieza a desinflar paulatinamente cuando su narración pierde el foco de los personajes principales.
Lo peor del film lo aporta Akwafina y la culpa en realidad no es de ella sino del guión que en la segunda mitad toma un giro desconcertante.
En Renfield protagoniza toda una subtrama donde encarna a una policía que intenta desbaratar un clan mafioso y parece pertenecer a otro film que no tiene nada que ver con la propuesta central.
No terminé de entender qué quisieron hacer con ese aspecto del argumento que le quita espacio a Cage y Hoult dentro del conflicto central.
Entre las objeciones se puede resaltar el uso de la sangre digital en las secuencias de acción. Un recurso que debería eliminarse del cine porque no termina de convencer desde un punto de vista estético.
Los efectos especiales de la vieja escuela le hubieran funcionado mejor a esta película.
De todos modos se trata de pequeñas debilidades que no afectan el espectáculo entretenido que propone Renfield.
No se estrenan demasiadas comedias de terror en los cines por estos días y vale la pena tenerla en cuenta.