Empecemos aclarando que no estamos ante una nueva película de «Drácula», sino que justamente el protagonismo recae sobre su fiel y torturado asistente Renfield (Nicholas Hoult). Probablemente es una aclaración innecesaria pero muchas veces las expectativas pre-visionado de una película pueden jugar a favor o en contra de lo que vemos incluso cuando esto no tenga nada que ver con la calidad del relato en sí.
Chris McKay, responsable de «Lego Batman: la película» (2017) y «La Guerra del Mañana» (2021), parece estar atravesando por un buen momento. No solo porque «Renfield» compone una rara avis de esas que nos sacan más de una sonrisa, sino porque, además, fue el responsable de la historia en la que se basó la reciente e igualmente divertida «Calabozos y Dragones: Honor entre Ladrones». Esto ya muestra un precedente ante el estilo de humor que trabaja el director, que en esta oportunidad unió fuerzas con Ryan Ridley (guionista de algunos episodios de «Rick and Morty» y «Community») y Robert Kirkman (creador de «The Walking Dead»), la dupla detrás del guion de «Renfield».
Este equipo variopinto nos trae a Renfield (Hoult), el atribulado asistente de Drácula (Nicolas Cage), en la época moderna tratando de procurarle víctimas a su amo para que se recupere y pueda volver a tener su máximo poder. El problema está dado en la moral del lacayo que ya no desea lastimar gente inocente. Para tratar de liberarse de las garras del Conde, Renfield acude a un grupo de autoayuda de personas que atraviesan por relaciones toxicas. No obstante, las cosas no serán tan sencillas como el asistente cree, en el medio deberá lidiar con la mafia local, con la intervención de Rebecca, una oficial de policía (Awkwafina) de la cual se enamora y del propio Príncipe de las Tinieblas, que no desea romper la relación de forma tan sencilla.
Esta comedia de terror presenta varias ideas excelentes que son desarrolladas con ingenio y perspicacia. La secuencia inicial en la que se homenajea al Drácula de Bela Lugosi con Nicolas Cage envuelto en algunas escenas del film de 1931 dirigido por Todd Browning es maravillosa y ya marca el tono que tendrá el film de ahí en más. La aproximación de ver al mítico Conde como un jefe tóxico da justo en la tecla y establece una visión moderna bastante acertada y entretenida del contexto actual. Algo similar pasa respecto al componente sexual que rodeaba al personaje y a sus víctimas principalmente femeninas. Aquí el aggiornamiento pasa a ser un elemento más para la comicidad y menos para la corrección política.
La mixtura de la comedia con los momentos de acción y/o terror con exceso de gore también demuestra la mano o quizás el aporte que le pudieron dar Kirkman y Ridley al guion que probablemente no sea una maravilla (toda la trama policial puede que este desarrollada de forma genérica pero aun así ayuda a terminar de delinear a los personajes secundarios), pero sí es bastante efectivo a los fines narrativos que tiene la película de McKay.
Lo que sí hay que agradecerle a «Renfield» es, en primer lugar, que le hayan dado el papel de Drácula a Nicolas Cage, que parece haber nacido para componer un rol de estas características. Muchas personas lo siguen criticando o tildando de mal actor, pero la realidad es que su histrionismo y sus condiciones actorales pasan por un registro no realista, en la tradición del teatro Kabuki o el expresionismo alemán para poner algunos ejemplos de por dónde va su registro. Es por ello, que un papel de esta particularidad es perfecto para él y no solo resulta totalmente convincente respecto al tono que maneja el film, sino que sirve como un excelente homenaje a Bela Lugosi.
Por otro lado, Hoult también está muy bien como este protagonista acomplejado que busca salir de la toxicidad de su jefe, así como también Awkwafina que sirve como pieza clave para otros momentos desopilantes de gran hilaridad. Ben Schwartz completamente desatado también representa una gran adición al elenco y en líneas generales no desentona con el resto de la película.
«Renfield» es una película que cumple con lo que promete: grandes cantidades de humor con actores sumamente comprometidos, altas dosis de sangre que construyen esa homogénea mixtura entre la comedia y el terror, y una acertada dirección de McKay que lleva el personaje al siglo XXI con gran pericia al mismo tiempo que homenajea sus orígenes en la pantalla grande.