Esta película es una comedia-celebración a Drácula e incluso a Nicolas Cage.
Es casi poético que el actor interprete a este personaje en su tan mentado “comeback” que viene disfrutando desde hace más de un año.
Los más memoriosos (y sus fans) recordarán su papel en la película El beso del vampiro (1988)
Y que aquí encarne al mismísimo Conde en este híbrido de secuela con tientes de comedia y gore es alucinante.
Y eso que no es el protagonista. Ese rol le corresponde al siempre correcto Nicholas Hoult.
Es imposible no amar a su Renfield y su tridimensionalidad. Aquel que intenta salir de una relación tóxica y que se convierte en héroe.
Y en el medio de estos dos, Awkwafina, una actriz muy celebrada en los últimos tiempos y que en mi caso particular no me había terminado de convencer… hasta ahora.
Amé su personaje aquí y su interacción con todos.
Más allá de la grandeza actoral, el film gana por su originalidad. Primero por tomar al film de 1931 protagonizado por Bela Lugosi como puntapié para contar esta historia y luego por situarla en la actualidad, con todo lo que ello conlleva.
Ahí es donde el film se ríe de sí mismo.
Y si a eso, encima le agregamos las geniales secuencias de acción bien condimentadas de gore, tenemos un combo abrumador.
El responsable de esto es Christopher McKay, quien nos ha hecho reír en los films de LEGO.
Aquí conjuga todo con gran dinamismo en una cinta que no frena nunca y propone un universo del cual no querés salir.
En definitiva, Renfield es puro entretenimiento y un gran capítulo que se suma a la historia de Drácula.