Renoir

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

El término biopic refiere a un tipo de filmes en los que se cuenta la historia y la vida de alguien que existió en la vida real, algo que es de práctica desde los comienzos de la cinematografía. “Renoir” se puede inscribir en éste sub-género, aunque aborda la última parte de la existencia del gran pintor. No es casualidad.

Gilles Bourdos (que no había realizado nada memorable hasta ahora) decidió centrarse en sus días finales porque es donde encontró una riqueza dramática que habría resultado muy vaga de haber abordado toda una vida.

La historia gira en torno a varios personajes centrales: Pierre Renoir (Michel Bouquet), sus hijos Cocó (Thomas Doret), Jean (Vincent Rottiers) y Andreé (Christa Theret). Jean vuelve muy herido, y con licencia como soldado, de la Primera Guerra Mundial, mientras todavía se lucha encarnizadamente en los campos de batalla, para reencontrarse con su hermano menor (Cocó), quien vive a un costado de todo, como marginado y a la vez testigo de lo que pasa. Es probablemente el personaje que menos dice, y sin embargo el que pone una cuota de rebeldía en estado animal, observándolo todo desde lejos. Por su parte Pierre está con tremendos dolores causados por la artritis, pero con la misma fuerza de convicción para pintar todo lo que puede a partir del ingreso de Andreé, una nueva bella y joven musa que debe posar en forma casi constante mientras dirime su vida entre echar o no raíces, a partir del gusto por los bienes materiales del que sea su futura pareja. Jean se presenta como un idealista, un hombre de convicciones profundas al punto de discutirlas con su padre, quien no ve en su hijo mayor una posibilidad de futuro próspero.

Cada una de estas historias por sí solas constituye un drama de difícil abordaje, sin embargo aquí confluyen y conviven como parte de un texto donde todo parece partir de un punto pero que va en distintas direcciones.

El eje de acción sobre el que se mueven los conflictos son los distintos paseos a los cuales Pierre es llevado para situarse a retratar un realismo sujeto a la naturalidad del entorno y a los usos y costumbres de la gente que lo habita. Cada cuadro es como una nueva etapa para que al espectador le quede muy en claro la toma de posición de cada personaje frente a las distintas circunstancias.

Hasta ahí todo muy bien elaborado, tanto en la composición de la imagen como en las actuaciones. Michel Bouquet es un verdadero maestro que está a la altura del trabajo de Jean Louis Trintignant en la multipremiada”Amour”, también de 2012. Christa Theret ofrece una musa que respira libertad en su cuerpo, pero sólo como una capa superficial de un deseo mucho más contenido.

El único problema en el que cae “Renoir” es el cambio arbitrario de perspectiva. Salta del punto de vista sin que premie una justificación sólida, y por esta razón el relato central, el que da título a la película, se diluye. Distrae. O mejor dicho, abandona y retoma aleatoriamente con lo cual, independientemente de tener a Bouquet en el afiche el texto cinematográfico parece indicar otra cosa.

De todos modos esto no hace que “Renoir” sea un plomo, ni mucho menos. Ya sea por contenido y/o por estética, a la producción se la disfruta y tiene su peso específico. En esta época de abundancia de pochoclos es más que bienvenida.