Hablemos del ejército israelí, la fuerza militar mas eficiente del siglo XX. No poseen recursos inagotables ni armas de última tecnología como los yanquis, sino que se trata de una fuerza militar relativamente pequeña, altamente entrenada y extremadamente sagaz. Lo mismo podemos decir del Mossad, el servicio de inteligencia israelí que era capaz de rastrear y cazar a enemigos del estado y criminales de guerra nazi en cualquier parte del globo. Trabajando en conjunto, el ejército y el Mossad han dado a luz operaciones militares de magnitud épica como la Guerra de los 6 Días, en donde Israel estuvo a punto de ser reducido a cenizas por una masiva coalición militar de países árabes, la cual fue desbaratada con un preventivo raid relámpago que resulta digno de admiración.
Después, discutir el tema de sus políticas nacionales – plagadas de decisiones polémicas – es harina de otro costal.
Esa eficiencia militar a ultranza – que mezcla pragmatismo y bastantes dosis de amoralidad – ya la había plasmado Steven Spielberg en Munich, con el grupo comando que lideraba Eric Bana y que rastreaba toda Europa para dar con los terroristas que habían asesinado al equipo deportivo israelí en las olimpiadas de Munich en 1972. Pero, entre todas esas victorias y persecuciones que le dieron al ejército israelí un aura de implacable, quizás la mas legendaria sea la del rescate de un vuelo secuestrado en 1976 por terroristas palestinos y alemanes, el cual fue desviado hacia el aeropuerto de Entebbe en la república africana de Uganda, y que culminó con un operativo silencioso, veloz y certero que apenas dejó un puñado de muertos cuando los resultados esperados hablaban de una posible masacre.
Si el rescate en Entebbe fue una muestra formidable de pericia militar y osadía – debiendo mandar decenas de tropas en una misión clandestina, volando bajo el radar sobre el espacio aéreo de un montón de países enemigos, incursionando a medianoche en un país extranjero para hacer una extracción masiva de decenas de civiles y salir pitando luego de eliminar a los terroristas -, 7 Días en Entebbe es un vehículo mediocre para intentar retratar todos los matices de semejante operativo y de todas las circunstancias previas que terminaron en el secuestro del vuelo de Air France en Julio de 1977 – el telefilme Raid en Entebbe de 1978 parece ser mas certero y excitante, y eso que fue rodado a menos de un año de que ocurrieran los hechos reales -. Hay buenos actores en el cast, y hay un intento de tridimensionalizar a los terroristas – en especial a los dos alemanes que participaron, interpretados por Daniel Bruhl y Rosamund Pike -, pero se distrae con tonteriís y no pone el acento en los aspectos mas peculiares de la situación. El director José Padilha (Tropa de Elite, la nueva Robocop) sabe crear tensión y rodar acción, pero debe lidiar con un guión estúpido que insiste en enfatizar la participación de un soldado israelí en el operativo, el cual no sólo no es interesante como persona sino que tiene una novia bailarina que se la pasa trabajando en un musical experimental. El libreto insiste en poner paralelos entre el musical y el secuestro / rescate, pero distrae y termina matando la adrenalina de las escenas. Por otra parte las secuencias del gobierno israelí – debatiendo si se tira al agua con un rescate militar en condiciones extremas – aburre porque los actores parecen mas interesados en calcar los tics de los personajes reales de la época (Itzak Rabin, Shimon Peres) que en exudar dramatismo.
Pero quizás el mayor pecado de Rescate en Entebbe es relegar a un tercer plano al dictador africano Idi Amin Dada. En su momento su locura sanguinaria era legendaria, y si el tipo se prestó para que los palestinos aterrizaran en su país con el vuelo secuestrado, nunca queda demasiado claro cuáles fueron sus motivos o su protagonismo mas allá de buscar prensa. El tipo aparece amenazando a los rehenes pero, a la vez, posa para los documentales negociando la liberación de puñados de pasajeros como símbolo de buena voluntad. Sin Dada el secuestro nunca hubiera sido posible – ¿a dónde se habrían ido los terroristas con el avión secuestrado sin ser expulsados? -, y acá queda reducido al papel de personaje pintoresco cuando el tipo era una fuerza de la naturaleza, un demente tan delirante como peligroso cuyas atrocidades fueron memorables.
Entre la música intrusiva, un Idi Amin desnatado y una burocracia gubernamental mas sosa de lo que debería, Rescate en Entebbe termina siendo un vehículo muy tibio para lo que fue una operación de rescate formidable y súper arriesgada. Habrá que revolver los viejos VHS e intentar encontrar el viejo filme con Peter Finch y Charles Bronson, el cual puede estar mucho mejor cocinado – y mas sazonado – que esta chatura que te deja sabor a poco en la boca.