Sucede muy de vez en cuando que una obra artística logra ubicarse más allá de toda consideración de lo que está bien o está mal, de lo que es bueno o no. Hay que aclararlo de entrada, no alcanzarían las líneas para enumerar todo lo que está mal en Resentimental, y a la vez, no se puede decir que no tenga la virtud de ofrecer uno de los ratos más placenteros en una sala… si se la toma “correctamente”.
La nueva película de Leo Damario (Olympia, Palmera) es también su proyecto más ambicioso. Si vieron alguna de las producciones del director de Bohemia, sabrán de su mirada algo particular del mundo que “lo rodea”. A esa mirada estilizada, habrá que sumarle detalles externos que terminarán por redondear una propuesta destinada a perdurar dentro de eso que llaman culto.
Los personajes de Resentimental viven para el amor, o la pasión, que puede ser más efímera. El núcleo del relato es una pareja de chicas, Eva (Lucila Polak) y Sofía (Brenda Gandini). A pocos segundos del inicio nos enteramos que Eva fue presa de la traición de Sofía, que se enamoró de otra persona, un hombre, Andrés (Alejandro Awada). Cena y café mediante, ambas, frente a frente, recordarán su historia a modo de flashbacks, y sus amores cruzados.
Eva es directora de cine, Sofía una modelo con más belleza que talento para la actuación. Andrés, el colaborador de Eva, que a su vez está casado con Alicia (Fabiana García Lago) productora de toda la vida de Eva; y así, todo; con muchos personajes esporádicos más en el medio.
Con la suma del relato en off de Graciela Borges (que a veces pareciera ser Eva de mayor, y a veces habla también de Eva en tercera persona), se completa un cuadro de regocijo kitsch.
Lo primero que escuchamos y vemos, es a esa voz explicando el significado de la neolengua creada por George Orwell para su novela 1984; aquella expresión que intentaba simplificar el lenguaje y ahorrar la mayor cantidad de palabras; todo para explicar el porqué del título, que, de Muy Sentimental, pasa a Resentimental (se ahorra ¿una letra?). Lo contradictorio, es que pasada esa explicación, lo que menos pareciera es que en el film se intenten ahorrar palabras, por el contrario, pareciera que todo tiene que ser verbalizado, sobre expresado, recalcado y subrayado. Todos, hasta el personaje que aparece menos de cinco minutos expresa en palabras lo que siente.
Otro dato de color lo encontramos en el elenco; y sí, Lucila Polak está de regreso. Es imposible que al hablar de quien también es conocida por ser la pareja de Al Pacino, no se recuerde a su icónica Fabi de Un Buen Día, película de culto argentina por excelencia de los últimos diez años. Como si Lucila se entregase a sus fans (más allá de que en entrevistas pareciera renegar del status de UBD), su Eva es una suerte de Fabi con ¿glamour?, y en sí, Resentimental, repite mucho de ese esquema que hizo del film de Enrique Torres, Nicolas y Anabella Del Boca la obra que terminó siendo.
Los diálogos son imposibles, hay frases que mezclan el castellano con el inglés muy libremente, palabras fuera de lugar, situaciones que no pueden ser ciertas (vean por favor los flashes de Edda Bustamante y Diego Ramos), y hasta momentos en que esa voz en off pareciera hablarle al público en lapsus de auto consciencia (“Es sorprendente cómo se pueden hacer las cosas tan mal, tan rápido”, nos llega a decir). Gandini y García Lago intentan cada uno sacar de sus personajes buenas interpretaciones, pero terminan siendo arrastradas por el conjunto de elementos. Por el contrario, Awada, termina siendo quien mejor sale parado, entendiendo el juego del desparpajo y la diversión (atención a su escena de baile).
El guion, escrito a nueve manos entre Nora Mazitelli, el propio director y ¡Adrián Caetano!, parece inmerso en aquel mundo de las películas de Teresa Constantini, de clase alta estrafalaria, publicitario, bucólico mal, y en el que no hay más dolencias que las del amor y el qué dirán. Sumémosle una fotografía en tonos ámbar a lo Amapola, y una cámara que no se explica bien por qué no para de moverse haciendo aleatorios y constantes paneos a lo que sea. Todo esto redondea el plato principal.
Con todo, hablamos de una experiencia que nos permite el disfrute de algo memorable, de escenas y diálogos que van a quedar para el recuerdo y el imaginario de un gran sector de los espectadores que consumen películas por estas razones (que no son pocos). Resentimental, por las razones correctas o no, es una película muy pero muy divertida al punto de la franca carcajada o el llanto de risa. No importa si ese era el objetivo buscado desde la realización, lo consiguieron, y debería aceptarse tal cual, que después de todo, no es un mérito tan menor.