Esta producción audiovisual argentina abre con una leyenda escrita en pantalla, una supuesta definición de la NEOLENGUA: “Es aquella en la que se reduce la cantidad de palabras para comunicar, o la conjunción de dos o más en una sola, ejemplo, muy sentimental en resentimental” ¿?
Continúa con una voz en off que va narrando y/o explicando. Relatando lo que vemos y revelando lo que no necesita explicación, o peor aún, lo inexplicable, que parece pero no es lo mismo.
Digamos que lo inexplicable es aquello que por más que nos esforcemos no se va a entender, y no me refiero a este engendro fílmico.
Lo que podría suponerse era que al menos uno de los personajes estaría construido desde esa estratagema lingüística, pero todos hablan coloquialmente y por demás, o sólo será un homenaje al apéndice de la novela “1984” de George Orwell.
Un poco más de la primera mitad el filme está construido narrativamente, recurriendo a analepsis permanentes, cosa que es casi una contradicción. A partir de recuerdos tanto de Eva (Lucila Polak) y su conyugue Sofia (Brenda Gandini), en un restaurante durante una cena de supuesto reencuentro o de divorcio. Dios sabe.
La primera es una directora de cine, la segunda una modelo devenida actriz gracias a la primera. En medio de esta relación se introduce un hombre, Andrés (Alejandro Awada), el productor del filme, que se enamora de Sofía. Ergo, ¿historia de triangulo amoroso? No se sabe, puede ser un cuarteto, quinteto, sexteto (perdón Luis Stazo y José Libertella).
Todo lo que ocurre en el relato es tan previsible como chabacano, superfluo, previsible, ridículo, las muy malas actuaciones no pueden rescatar lo más mínimo, ni Alejandro Awada hace creíble su personaje, algo que parecía imposible, acá se logra.
A principios de este año se estrenaba en Argentina una muy buena película italiana “Nadie se salva solo”, dirigida por Sergio Castellitto, con la misma estructura, en la que una ex-pareja se encuentra para definir las vacaciones con sus hijos, por primera vez separados, la diferencia es que la italiana además de ser una belleza del género romántico, enamora hasta a las piedras.
En la que nos convoca nada de esto sucede, la síntesis argumental reza: “es la historia de Eva, una excéntrica directora de cine y publicidad que alcanzó la mediana edad y conlleva su vida entre el amor y su profesión. Pero, ¿qué pasa cuando la vida nos sorprende con un giro imprevisto y situaciones que debemos enfrentar no esperadas?
Esto no se vislumbra en ningún momento. ¿A qué situación se referirá? Si se habla, se dice, se explica, se expresa, (todos como sinónimos, ¡eh!), se muestra mínimamente, y se redunda con la bendita narración en off.
Citando al psicólogo y sociólogo Gustave Le Bon (1841- 1931) “La abundancia de palabras inútiles es síntoma cierto de inferioridad mental”.
Pero haciendo un poco de justicia, recurramos a la voz en off, es nada más y nada menos que Graciela Borges, expresa en un momento dado de la narración: “Es sorprendente como se pueden hacer las cosas tan mal, tan rápido”Lo que es una excelente definición de esta realización.