Sin duda es una franquicia rendidora que justifico seis películas en 14 años. Para la séptima el director y fanático Johannes Roberts decidió volver al origen- nada original- con el intento de revitalizar la zaga para una nueva generación de fans del terror. Con mucho de películas de zombies y un aire a Stranger Things, el acierto es ambientarla en 1998, sin celulares a mano, y apelar al terror, con una duración amigable, y la profundización necesaria en los personajes como para encariñarse un poco y lamentar mordidas fatales. Ahí reaparecen las verdades ocultas de la gigantesca industria farmacéutica Umbrella y esos experimentos que la protagonista recuerda de a ratos, en ese lugar donde creció como huérfana. De esos experimentos surge el mal con matices sangrientos y monstruosos. Y cuando termina el film, el team ganador está dispuesto a más.