Final de juego
Resident Evil: Capítulo final (Resident Evil: The Final Chapter, 2016) supone la culminación de la serie Resident Evil, que empezó en el 2002 y con esta nueva entrega suma seis películas. Hay que felicitar la intención del director/escritor Paul W.S. Anderson de matar la gallina de los huevos de oro, tratándose de la serie de adaptaciones de videojuegos más taquillera de la historia, si bien ninguna de las películas supera 20%-30% de aprobación en Rotten Tomatoes.
Van 15 años de esto y la historia es la misma de las otras cinco películas: Alice (Milla Jovovich) despierta sola y confundida en el medio de la nada, deambula un rato matando zombis y eventualmente se une a un grupo de sobrevivientes con los cuales emprende una misión. Esta vez se trata de largar un antivirus aéreo para terminar con la pandemia zombi de una vez por todas.
Alice tiene un límite de 48 horas para largar el antivirus porque “en 48 horas el último asentamiento humano caerá”. Jamás vemos tal asentamiento, ni la amenaza que supuestamente pende sobre él. Se trata de tensión arbitraria, una excusa para apurar la trama y doblar la apuesta, probablemente motivada porque desde hace ya tres películas que el mundo ha sido totalmente corroído por zombis y por lo tanto, ¿cuál es el apuro?
Hay una especie de teatralidad adolescente en cada decisión que toman estos personajes, que prefieren el espectáculo al pragmatismo. La mayoría de sus problemas podrían resolverse de manera rápida y efectiva si no tuvieran que agotar las opciones llamativas pero estúpidas primero.
Un villano, en su intento de asedio, libera un prisionero como carnada y guía una estampida de zombis hacia la barricada de nuestros héroes. Cuando falla simplemente dispara un cohete contra la barricada - el mismo cohete que podría haber disparado en principio. Nuestros héroes defienden el bastión encarnizadamente, perdiendo vidas y territorio, hasta que deciden oprimir un botón equivalente a la victoria instantánea. Otro villano larga una jauría de perros zombis para detener a los héroes camino a su búnker en vez de cerrar la puerta (se le ocurre cerrarla más tarde). Luego enciende una trampa mortal, mata a alguien con ella e inmediatamente la apaga antes de matar al resto. Así cada cinco o diez minutos, una cabalgata de gente estúpida obrando estúpidamente. Con un poco de visión y sentido del humor esto podría haber sido una comedia brillante a lo Zoolander (2001). La mayor parte del elenco (Ruby Rose, Eoin Macken, William Levy, Rola) de por sí son modelos antes que actores.
Esperamos acción descerebrada (nada innoble en ello), la decepción es el montaje descerebrado. La edición es tan confusa y desprolija que a menudo es difícil determinar en medio de una pelea quién es quién y qué está pasando. La cámara en mano no ayuda; las escenas predominantemente nocturnas tampoco. Algo tan sencillo como un golpe o un disparo se construye con una sucesión epiléptica de diez o quince planos que no hacen más que confundir la acción y aplacar la adrenalina.
La serie jamás se ha destacado por su coherencia, ya sea entre películas o incluso dentro de las mismas. El personaje de Alice, por ejemplo, comienza como un doble agente amnésico en la primera película, se convierte en heroína de acción en la segunda, obtiene poderes psíquicos/telekinéticos en la tercera (los cuales pierde al principio de la cuarta) y al final de la quinta recupera súper poderes que la sexta le quita de entrada. El personaje - la cara de la serie - es tan insípido que apenas se lo puede llamar personaje; es una incógnita cuyo comportamiento y capacidad dependen de cada film como podrían depender del clima.
¿No sería lindo estar celebrando el cénit de la trayectoria de Milla Jovovich como heroína de acción? El cine no tiene muchas. La única actriz “de acción” en llevar una carrera más o menos consistente a la par es Kate Beckinsale, la estrella de la serie Inframundo (cuya quinta entrega también se estrenó en 2016). No hay mucho que las distinga - ambas profesan la misma determinación genérica, la misma intensidad iracunda - salvo que cada tanto Jovovich esboza una mueca de satisfacción que la hace inmediatamente más simpática. Se está divirtiendo.
Lo mejor que tiene para ofrecer la película, y algo que ciertamente ninguna otra ha hecho, es darle un cierre a la protagonista, explicando finalmente su origen y razón de ser. Por más ridículo que se sea, por más incoherencias que suponga, hay un intento consciente por definir a la protagonista y terminar de recorrer un camino en vez de matar el tiempo como ha sido el caso durante la mayor parte de la serie. Que aquí muera.