Sexta -¿y última?- entrega de la exitosa adaptación cinematográfica de la popular serie de videojuegos. Entretenida pero demasiado delirante en los minutos finales, este eslabón trae más zombies, monstruos y una población a punto de desaparecer.
El director W. S. Anderson comenzó la saga de Resident Evil en 2002 y hasta la fecha, todas las películas superaron los 1.000 millones de dólares de recaudación en todo el mundo. Resident Evil: El capítulo final -¿lo será esta vez?- trae una verdadera batalla campal en una Washington destruída, en donde Alice -Milla Jovovich-, la única superviviente capaz de salvar lo que queda de la raza humana, lucha contra los zombies y otros peligros que se avecinan.
Ahora, en su misión final, debe regresar a El Panal, en Raccoon City, donde la temible Corporación Umbrella reúne fuerzas y también secretos antes del ataque final.
En un mundo destruído por feroces enfrentamientos, la trama del sexto eslabón que combina ciencia-ficción y terror, entrega algo ya visto por los seguidores pero el realizador se las ingenia para no dar respiro al colocar a Alice en el ojo de la tormenta. Atada a un vehículo blindado y perseguida por una horda de zombies hambrientos, intentará alcanzar junto a un grupo de sobrevivientes el centro de El Panal para revertir el camino de destrucción total al que se encamina la Tierra.
Retomando conceptos como "El Arca de Noé", y donde sólo los ricos podrán salvarse, Resident Evil: Capítulo Final trae nuevamente a Iain Glenn, como el Dr. Isaacs, el enemigo de Alice, en una pelea sangrienta que se extenderá hasta los minutos finales, pero la protagonista también tendrá aliados inesperados, sufrirá una traición y conocerá una suerte de "rompecabezas" virtual que irá componiendo su existencia previa.
Como es costumbre, con una edición frenética y tomas que no duran mas de un segundo, el director tira toda la carne al asador e intenta enhebrar algunas ideas de las películas previas. El resultado es pura pirotecnia visual, entre enfermedades incurables, una nueva droga para detener el horror mientras el paso del tiempo parece no detenerse, aunque la saga muestre signos de agotamiento y, al igual que el personaje central, esté al borde de la extinción.