En ambos casos las películas fueron realizadas por cineastas que conocen el género.
La labor de Anderson en esta nueva producción es penosa.
No hay una sola escena de acción de esta película donde se pueda entender lo que ocurre frente a la pantalla con claridad. No sé si el director intentó copiar a Paul Greengrass o buscó darle un estilo documentalista a la narración pero arruinó por completo todas las secuencias de peleas y tiroteos.
La cámara de Anderson tiembla constantemente y acelera los movimientos de los actores al punto que no se puede entender lo que ocurre en esas situaciones.
A esto se suma el hecho que el director ensucia todas las secuencias de acción con cortes de edición frenéticos que impiden disfrutar las peleas de la protagonista.
En el terreno de los efectos especiales el panorama no es más satisfactorio y la película está plagada de efectos digitales de medio pelo que le otorgan una estética artificial a los escenarios.
Los mismo ocurre con los zombies y monstruos que lejos de generar algún susto se ven completamente berretas.
La historia para variar es mala y estira hasta el hartazgo la confrontación final entre Alice y la corporación Umbrella.
No hay suspenso ni ideas interesantes en el cierre de la historia y todo se desarrolla de un modo predecible.
Lo único positivo es la presencia de Milla Jovovich que se desenvuelve bien en la acción física, aunque su marido arruinó sus escenas, y la hija de la protagonista que interpreta con convicción a la Reina Roja.
Para variar, el director Anderson deja la puerta abierta para un posible relanzamiento de la saga que esperemos nunca se llegue a concretar.
Resident Evil hace rato que no da para más y con esta entrega horrenda ya fue más que suficiente.