La atractiva Milla Jovovich se despide de los zombis en este capítulo cierre de la saga basada en el popular y violento videojuego. Como cine, la cosa se parece mucho a su fuente original, una especie de catálogo de todo tipo de situación adrenalínica (ahora agua, ahora fuego ahora ejércitos de muertos vivos), para elegir. Todo en RE6 es estridente: los insufribles efectos de sonido, la sobredosis de imágenes generadas por computadora, el videoclipismo como edición de la acción. Tanto que uno tiene la sensación de ir cambiando de pantalla, en 3D, en lugar de pasar de una secuencia a otra siguiendo el flujo de un relato. Para cuando Alice y su grupo de sobrevivientes -todos lindos, todas modelos- llegan con el tiempo en contra al corazón del panal, en el último intento por desactivar un virus que terminará con lo que queda de la humanidad, estamos tan agotados como ellos de atravesar pantallas. La bella y aguerrida Jovovich, heroína posapocalíptica, puede con todo y con todos: gana en el cuerpo a cuerpo, entre las balas, con el cuchillo y la velocidad (corriendo, en moto, auto, a la carta), mientras que el enemigo, el doctor Alexander Isaacs (Ian Glen) quiere exterminar a la humanidad para resetear el planeta y empezar de nuevo con los justos pero sin los pecadores. Entre unos y otros, menú de violencia y muerte amplio y variado: empalamientos, trituraciones, ataques de animales mutantes o zombies, explosiones, incendios, mutilaciones, por citar algunos. A todo esto hay que sumarle la musicalización grandilocuente que señala a cada paso la importancia tremenda de todo el asunto, su épica final. Es cierto: como despedida de una larga serie, Resident Evil 6, a pura adrenalina, se las ingenia para no aburrir. Así que, aunque no seas fan, si estás con ánimo para un videoclip de dos horas con todo esto,