Como un homenaje y reconocimiento al fallecido en 2015, Eduardo Pavlovsky, el director Miguel Mirra, realizó este documental.
Tato, como se lo conoció popularmente, fue un médico que, cuando comenzó a actuar en el teatro durante los años ´60, le dio un drástico vuelco y un nuevo sentido a su vida.
En esas primeras épocas sobre las tablas, experimentó, buscó y encontró definitivamente su identidad. Siempre con las ideologías de izquierda como bandera, creó el teatro político.
Para poder expresar mejor sus ideas y pensamientos, fue también el autor de las obras en las que actuó.
Narrado de forma clásica, sin arriesgar el desarrollo de la historia con nada innovador o deslumbrante, el director entrevista a colegas, periodistas e hijos de Tato. Ellos cuentan a cámara cómo se inventó a sí mismo, su método de trabajo, la personalidad que tenía. Es decir, qué, con estos testimonios, más imágenes de archivo del personaje en cuestión actuando o reporteado, con fotos, tapas de libros, afiches, etc. Miguel Mirra armó una biografía visual convencional.
Todos los que hablan lo veneran. No recibe críticas o reproches. La narración es muy lenta, la poca dinámica que se aprecia es gracias a los ensayos y actuaciones en vivo. Pero, con eso sólo no alcanza y termina siendo un bodrio soporífero.
Esta película tendría que pasar directamente por algún canal de televisión, porque carece de méritos artísticos y cinematográficos como para ocupar una pantalla grande, donde a los únicos que les puede atraer y generar cierta curiosidad su vida y obra, es al espectador que siguió su carrera a lo largo de tantos años.