Interesado en el psico-drama desde los primeros tramos de su trayectoria teatral así como también profundamente influenciado por la obra de Samuel Beckett, existía en la concepción teatral de Eduardo Pavlovsky una búsqueda de estilo alejada del realismo. Su cuerpo, generaba y encontraba acciones, acaso no realistas sino equivalentes, con más fuerza dramática. Lo que él llamó “realismo exasperante”. El admirado y querido ‘Tato’, autor de “Potestad” y “El Señor Galíndez”, propuso un “teatro de estados”, más que un teatro de la representación.
Su obra posee una gran cualidad visionaria y está dotada de valentía. Acaso, su honestidad ética e intelectual le significó el exilio durante la última dictadura militar. El psiquiatra (graduado en 1957), actor y dramaturgo argentino, fue fundador del grupo teatral “Yenesí”, así como autor de “Cámara Lenta”, “La Muerte de Margarite Duras” y “Globos Rojos”. Refiriéndose a sus textos, sostuvo, con plena convicción, que cada grupo y cada director, debía encontrar su propio camino autoral y, si es posible, multiplicar la obra y sus posibles sentidos.
Las obras de este distinguido dramaturgo generan una inmanente atracción que estimula las tendencias intrínsecamente voyeristas del ser humano. ¿Qué hay detrás de un personaje? ¿Cómo se ensaya en el teatro? Nos inmiscuimos en ese mundo privado con absoluto compromiso y dicha impronta es la que persigue el flamante documental dirigido por Miguel Mirra -director, guionista y docente especializado en el área documental-.
¿De qué se trata el mundo pavlovskiano? Allí se aprecian las preocupaciones existenciales del propio autor, como la vejez, la muerte, el suicidio, el sexo, las mujeres. Temáticas que están omnipresentes en todas sus obras. También un exterior desfavorable para la representación cobrará vida en sus universos alegóricos; se sabe que Pavlovsky siempre dio pelea. Con cierto carácter circular que tiende a repetir la historia, en el autor los ambientes actúan como situaciones límites, desencadenando en los actores una pulsión interpretativa como escape ilusorio, pero también la necesidad de reflexionar y replantearse la existencia, acaso este ejercicio llamado “Resistir Cholo” persigue la respuesta a dichas inquietudes.
Conocer y recorrer diferentes formas de interpretar, expresar y motorizar son instancias necesarias en la formación del improvisador, noción que Pavlovsky conoce a la perfección. Empero, los testimonios a los que recurre el director (Norman Briski, Ricardo Bartís, Susana Evans) pretender interpretar dichas búsquedas. Su teatro persiguió procesos que carecían de instancias previas de anticipación o premeditación. Por ende, el factor principal se valió de poseer el cuerpo y la sensibilidad prestos y entrenados como esencial herramienta. Pavlosky lo sabía: el hecho de no ceder a mandatos impuestos y tener un pensamiento crítico se adivinan como las mejores condiciones para resistir la hegemonía del poder.
El teatro concebido como instrumento emancipador, a la pesquisa de estrategias de superación y supervivencia…un método infalible que prolongue su estado de libertad. Pavlovsky conoce el terreno sobradamente y “Resistir Cholo” se encarga de demostrarlo apelando a un registro documental elocuente. ¿Cómo dimensionar la importancia en el ámbito teatral del genial dramaturgo? La contundencia de su compromiso se adivina como una medida fiable.