El cine de género en la Argentina se sigue abriendo camino. Historias y valores de producción que hasta hace poco nos parecían únicamente posibles en otras industrias, son cada vez más reales y con mayor frecuencia. Estas toman nuestra idiosincrasia y la trasladan a historias que solo pueden ocurrir en la gran pantalla.
Es un logro nada menor, tomando en consideración los cada vez más crecientes desafíos presupuestarios que actualmente aquejan a la industria, poniendo a prueba el ingenio de los realizadores. Respira es uno de esos nobles intentos de sacar adelante una historia a base de climas y eficientes actuaciones.
Quien siembra vientos…
El guion de Respira, si bien plantea desde el vamos su indefectible tono de género, le dedica aún más tiempo a desarrollar sus personajes.
Concretamente, son tres los climas que vemos a lo largo de la narración. Climas que actúan paralelamente aparte de motorizar la progresión de la historia, que nos impiden anticipar qué es lo que va a pasar después.
El primero, de índole más intimista, sobre el protagonista y su familia, donde vemos su pasión por volar y cómo no pocas veces esa pasión produce fricciones en su matrimonio. Sin ella no hay viaje y no tenemos la potencial pérdida que la vuelve un elemento de riesgo.
El segundo clima es un aura misteriosa, incluso de denuncia, sobre el excesivo uso de pesticidas de cosecha, que al parecer matan más de lo que salvan. Si hemos de ser más precisos, el misterio es lo que luego abre paso a la denuncia.
El tercer clima, muy de la mano con el segundo pero con los lazos emocionales que ayudó a construir el primero, es de un thriller hecho y derecho, de notable riqueza en las escenas de acción. Una acción con buen manejo de la tensión y que no peca de efectista precisamente por tomarse todas las molestias explicadas anteriormente.
A nivel actoral, Lautaro Delgado Tymruk entrega una prolija interpretación que consigue transmitir el amor del personaje por su trabajo como piloto aeronáutico, pero también nos logra transmitir sus convicciones y -algo muy importante para el cine de género- que percibamos que su personaje no es un superhéroe, sino un tipo común arrojado a una situación extraordinaria. En este mismo plan lo acompaña con mucha habilidad Sofía Gala Castiglione.
Gerardo Romano y Daniel Valenzuelacomponen a adecuadas figuras opositoras. Leticia Bredice le aporta su histrionismo a un idiosincrático personaje digno de una premisa post-apocalíptica.
En el apartado visual, aunque no exento de unos minúsculos problemas de montaje y continuidad, la puesta en escena de Gabriel Grieco es eficaz. Explora las múltiples posibilidades que ofrece el trazo escénico de un actor. Haciendo honor a su título, sabe dejar respirar al encuadre antes de decidir cualquier corte. Sabe utilizar tanto los colores como las sombras para crear climas, y cuándo utilizar la música para evocar una emoción.