TOCAR FONDO
La imagen más resonante de Respirar a lo largo del film es la de Julia, interpretada por María Canale, luchando desesperadamente por salir a flote en un océano para poder respirar. Precisamente, esta imagen pesadillesca recurrente, con una carga simbólica que es análoga a la vida de la protagonista, se repite y hace del film una montaña rusa emocional donde los altibajos se internan en la intimidad de este personaje. Es este camino lo que hace al film de 72 intensos minutos una experiencia de choques, evasiones y contradicciones del micromundo de Julia, que parece derrumbarse en el medio de una crisis personal. Y se trata de una experiencia satisfactoria, en parte por la solidez actoral y en parte porque evade las salidas fáciles, dando una protagonista compleja, tanto por lo que muestra como por lo que oculta.
El relato nos pone inmediatamente en la piel de Julia, que se despierta bruscamente por la noche agobiada por las pesadillas, momento en el que descubre que está embarazada de su ex marido. Cuando los estudios médicos confirman lo que ocurre, ella trata de encontrar una solución mientras busca la forma de hacer pie en su nueva vida de soltera, volviendo a las búsquedas de su carrera profesional como arqueóloga. Pero la película, que así suena algo simple, en realidad se construye desde las evasiones, los engaños y las pérdidas que eso conlleva, ya que la perspectiva de Julia es un juego de cajas chinas y sus inseguridades llevan a la narración en un trayecto laberintico que se hace cada vez más sofocante. En cierto sentido, Respirar es un film sobre aceptar la pérdida y aceptarnos a nosotros mismos en los momentos de crisis, algo que a veces puede sonar a patraña de autoayuda pero que ejecutado con la solvencia de Javier Palleiro -en su ópera prima- resulta refrescante y vitalizante. De alguna forma hace referencia a que cuando está todo perdido, también está todo por ganar.
Afincado en el rostro aturdido de Julia, el film no se aleja de su ansiedad e incertidumbre. Una de las secuencias más memorables tiene a un grupo de médicos fuera de cuadro detallando el proceso del aborto y las condiciones en que se da -recordemos que la acción transcurre en Uruguay, donde se encuentra legalizado-, mientras vemos un primer plano fijo de la protagonista asintiendo. Las palabras se van tornando difusas e inentendibles -gran trabajo del sonido- y en el momento entendemos la complejidad de Julia y cómo su decisión resulta un tanto más compleja de entender, a pesar de la seguridad que habíamos visto unos minutos antes. Esta secuencia, que prácticamente define un personaje en minutos resulta de una notable economía narrativa. En otros casos el subrayado es más forzado y no logra la misma naturalidad: algunos diálogos de Julia con su padre suenan endebles y secuencias como la de la plaza parecen estar para reforzar elementos de la protagonista que ya se intuyen -en particular, la idea de pérdida-.
Con una mirada original y fresca, un guion sólido y actuaciones que se ajustan al clima claustrofóbico del film, Respirar resulta una senda de 72 minutos que plantea más preguntas que respuestas pero que, sin embargo, no descarta la esperanza.