Respirar

Crítica de Matías Oniria - Visión del cine

Con contundencia visual y una poética más que efectiva, Respirar, coproducción argentino-uruguaya, habla de una crisis donde morir en sueños se entremezcla con los sueños que se mueren creando un remolino que se traga a su protagonista y la lleva a sofocantes profundidades.
Respirar se estrena en nuestro país al tiempo que el debate por el aborto seguro, legal y gratuito se encuentra en un punto alto de visibilización y en plena efervescencia, por lo que su disparador, de por sí, resulta interesante al exhibir el trato que, ya desde lo burocrático, el tema tiene en otras partes del mundo.

Como cuenta su director, Javier Palleiro: “En Uruguay, desde 2012, es posible abortar de forma segura. El proceso no es sencillo. Requiere de tres consultas previas con ginecólogos, trabajadores sociales y psicólogos (…) Desde su puesta en práctica, no se registraron muertes de mujeres por esta causa. Tampoco aumentó la cantidad de abortos en el país. El debate sobre este tipo de leyes, muchas veces, se desvía del tema central: garantizar derechos humanos.” Respirar resulta sólida porque logra no desviarse, elige dimensionar un conflicto delicado haciendo énfasis en el proceso que humanamente implica.

Julia (María Canale) descubre que espera un hijo de su ex marido. La trascendencia del qué hacer frente a esa situación la embarca en una búsqueda de significancia de su propio existir: la relación con su familia (su padre), los parámetros sociales e idealistas del amor, nuestro entendimiento de nosotros mismos, la culpa y el miedo a lo desconocido. Todo puesto en jaque frente a la inminente necesidad de renovar el oxígeno vital que permita la subsistencia.

Respirar nos viene a recordar que en los momentos bisagra, algo tan sencillo como recargar los pulmones se vuelve una tarea compleja: el tiempo apremia, la desesperación se abre paso. De pronto pareciera que ya no estamos preparados ni siquiera para lo que antes hacíamos sin pensar, nos volvemos inexpertos.

Canale logra desbordarse sin exceder los límites de su personaje. No es heroína ni anti-heroína, sostiene una vulnerabilidad que no nos tienta a juzgarla (aún cuando ella misma sabe cuán juzgables son algunas de sus decisiones) sino que busca hacernos carne la difusa perspectiva generada cuando se suceden los quiebres, las rupturas.

Respirar se convierte en una experiencia que ahoga, planteando con sutilezas las presiones que el entorno impregna sobre el carácter y las decisiones que deberían ser personales. Julia lucha contra sus propios paradigmas y se deconstruye acto tras acto, no respondiendo con una épica sobreimpuesta a la revelación, sino siendo profundamente consciente de sus inseguridades, de su sentir angustiante y claustrofóbico. Se entrega a su instinto, a sus impulsos. Su cordura tambalea. Se adentra en sí misma para intentar alcanzar la tan ansiada superficie, mientras que el agua que inunda sus sueños se filtra en la realidad. Respirar está regada de un simbolismo explícito y simple que resulta equilibrado por constante y termina siendo enriquecedor.