Lo primero que hay que aclarar de Resurrección es que no es una película de terror propiamente dicha sino que pertenece más al subgénero gótico, tal como aclara su director.
Ahora bien, el gran grueso del público no notará esta diferencia pero se encontrará con un film superior a la media de los tantos y tantos de terror que llegan mes a mes a la cartelera. Y estamos hablando de un film nacional, así que tiene un valor agregado.
Una gran mansión en la época en la cual la fiebre amarilla mataba de a miles en Buenos Aires es el escenario donde transcurre la historia. Bien ambientada y bien recreada.
El elenco está a la altura y más allá de la dupla protagonista que hace un buen laburo (Martín Slipak y Patricio Contreras) destaco la interpretación de Vando Villamil como El Curandero, papel del cual mucho no me puedo explayar porque sería un spoiler.
El director Gonzalo Calzada viene de un buen policial (La plegaria del vidente, 2012) y aquí cambia de estilo para apropiarse de los códigos y reglas del género con buen resultado.
En contra hay que señalar que la historia es parecida a otras tantas que hemos visto pero el gran climax la salva.
Resurrección es una buena película y buena opción para los que disfrutan este tipo de cine.