EN EL NOMBRE DEL PADRE
La película de Gugliotta me afecta en dos sentidos. El primero como trabajador, ya que que soy telefónico (mi padre también lo era) desde hace 39 años, tantos como de activista sindical tengo. Por eso no solo conozco los hechos que relata sino que fui uno entre miles que los protagonizamos.
Como crítico de cine puedo decir que la película/documental de Sandra Gugliotta realiza una pesquisa en Francia tratando de vincular una serie de suicidios de trabajadores/as telefónicos con el proceso de privatización iniciado en 2006 de France Telecom en su paso a la actual Orange, un proceso que deja miles de trabajadores con muchos años de antigüedad sin empleo y sin un peso (no fueron indemnizados) y con pocas o nulas posibilidades de reinsertarse en el mercado laboral.
Gugliotta realiza entrevistas a diferentes trabajadores, trabajadoras y familias que fueron profundamente afectadas por una política de acoso laboral que trataba a través de distintos métodos psicológicos conquistar militarmente la renuncia de 22.000 trabajadores sin otorgarle indemnización y lograr así un proceso de “reestructuraciónexitosa” como parte del proceso privatizador.(1)
La parte francesa es un 60% del film, indicando que ese modus operandi de France Telecom tuvo su aprendizaje en nuestro proceso privatizador iniciado a principios de la década de los noventa durante el gobierno de Carlos Menem, quien comienza la enajenación de Entel, resistida por miles de trabajadores y trabajadoras telefónicas encuadrados en FOETRA, y que tuvo como consecuencia la asignación de la misma a dos prestadoras, una al sur de la avenida Rivadavia a cargo de Telefónica de España y su socio local Techint y la otra al norte de dicha avenida con la Stet Italiana, France Telecom y su socio local SADE (Perez Companc). Tanto la Stet como la France eran en ese momento propiedad del estado de cada país mencionado.
Entre 16.000 y 20.000 trabajadores y trabajadoras fueron desvinculados mediante los mal llamados “retiros voluntarios” (de ahí que el “in” del título puesto entre paréntesis es sumamente apropiado) impulsados desde el cuartel general de cado uno de los directores de RRHH (uno es retratado en el film) de cada una de las empresas que mostraban las bondades de las sumas que se ofrecían por encima de una indemnización normal (financiada por préstamos internacionales ad hoc) y que para muchos era la única salida ya que los ex Entel eran (eramos) estigmatizados con los peores adjetivos que un trabajador pudiera tolerar. Este proceso (no debidamente estudiado) dejó como consecuencia trabajadoras y trabajadores con depresión, falta de autoestima, enfermedades psicosomáticas y a veces llegando al suicidio.
Por eso la militancia gremial que se oponía a estas formas de proceder de las empresas las emparentaba con un genocidio laboral, esa misma militancia que en el año 1997 le quitaría en elecciones la conducción del gremio al oficialismo menemista que desde 1993 era un verdadero apéndice de los designios de las empresas y una agencia negociadora de esos retiros (in)voluntarios .
Y acá llegamos al verdadero corazón del documental ya que entre esos trabajadores “retirados” que pone delante de la cámara esta el mismo padre de la directora, quien solo tiene unos segundos del film y no puede emitir palabra cuando su hija le pregunta por lo que vivió.
La película tiene en su centro el dolor de una familia cuando un integrante pierde su futuro por cuestiones laborales. Eso que vivió la directora en su propia casa es lo que le permite tratar con mucha sensibilidad a todos los entrevistados, dejando la explicación a su propia voz en modo off y retratando a los entrevistados más por sus silencios, sus pausas y sus miradas que por sus relatos intervenidos por la angustia y el dolor, siendo el resultado algo muy parecido a la imagen de una fractura expuesta.
Este es, en definitiva, un documental necesario que debería tener una segunda parte que muestre cómo los trabajadores aquí y allá del Atlántico se deshicieron de sus conducciones entreguistas y recuperaron los gremios para los trabajadores.
En Francia fueron los gremios los que, a fines del año pasado, llevaron a juicio a toda la conducción de France Telecom. En Argentina desde 1997 se detuvieron los despidos masivos y la presión para aceptar los mal llamados retiros voluntarios.
Quizás esta segunda parte no sea del interés de la directora; quizás este crítico y activista pueda fundirse para impulsar esa otra parte de la historia. Pero ese sería otro relato….
Estos primeros días del festival de cine MDQ vienen presentando algunas películas que transitan por los pasillos más oscuros de nuestra historia reciente. Retiros (in)voluntarios se suma a Esquirlas y las mil y una, que recomiendo sin dudarlo.