De idas y venidas.
Regresar a un lugar puede ocasionar problemas, más aun cuando se ha partido inesperadamente dejando un manojo de ellos originados en el pasado. Alvaro vuelve a su lugar natal por el fallecimiento de su padre, un hombre que no movió un dedo por contactarlo, ni siquiera en sus peores momentos de enfermedad en estos diez años para no ser visto en tal estado; su legado consistió únicamente en la grabación sonora de un cassette con dos firmes insistencias: que vaya a ver a su hermano, quien no estaría pasando un buen momento y reencontrarse con su hija.
En la fría región catalana, donde parece que nada sucede y reina la calma, un confuso accidente automovilístico en la ruta da pie a Alvaro para realizar una investigación personal ante una posible demanda que lo puede poner en el lugar de acusado. La visita a su hermano e hija no demoran, todos jugando como piezas de ajedrez con el afán de hacer mención a que “pueblo pequeño, infierno grande”.
Retornos, tiene estructura de thriller, en sus escasos 88 minutos de duración intenta adentrarse en temas como es la prostitución local en pequeños pueblos españoles donde se sostiene el machismo y ciertas costumbres partidarias de un sector quedado en el tiempo. Que un personaje irrumpa, en una corta estadía, investigue y descubra en tiempo record una red de ilegalidades tampoco suena creible, más aun cuando lo involucran subtramas que sobrepasan el eje inicial y pretenden cerrar a partir de otros temas mayores. Si bien el film transita un camino que deja al espectador absorbido por la trama, a medida que se va deshilvanando y quizás por las poco creíbles actuaciones y lloriqueos a los que se acude, no genera más que la sensación de estar viendo una fallida versión de Los Hombres que no Amaban a las Mujeres a la gallega.