Retornos

Crítica de Julián Tonelli - Cinemarama

Una película partida en dos.

Como Terciopelo azul, como El carnicero, Retornos es una película de “pueblo chico, infierno grande”. La ópera prima de Luis Avilés se centra en Álvaro (Xavier Estévez), un hombre que vuelve a su pueblito natal en Galicia, donde absolutamente nadie lo quiere. El flashback del comienzo nos explica por qué: un auto emerge de las profundidades del lago, levantado por una grúa. En su interior hay un cadáver, el de la cuñada y amante del protagonista. Juntos iban a huir, pero todo terminó en accidente fatal. Luego de este episodio Álvaro se exilia en Suiza hasta que la muerte de su padre lo obliga a volver al terruño por unos días. Allí descubre que su mujer se volvió a casar con el dueño del puticlub del pueblo, que su hija lo detesta y que su hermano anda con ganas de suicidarse. Sin posibilidades factibles de reconciliarse con la familia, se mete en otro problema al encontrar el cadáver de una prostituta en medio de una carretera. Lo que en principio parecía ser un simple accidente se convierte pronto en otra cosa, que obviamente sacará a relucir el lado oscuro de la pequeña comunidad.

La introducción de Retornos es más que promisoria, con su tragedia en cámara lenta y sus rostros moldeados por la angustia. Tampoco desentona el contexto ya que Galicia, merced a su cielo tormentoso y sus muelles siniestros, exalta las acciones del inicio. Pero más temprano que tarde las funciones actanciales se desdibujan y la trama pierde su espesor dramático. Cuando el culebrón familiar muta en policial, la película queda sesgada en dos relatos incompatibles. La intensa nebulosa pueblerina, rebosante de odio y resentimiento, se disipa ante una intriga detectivesca bastante superficial. Avilés podría haber elegido uno de los dos géneros o, cuando menos, los podría haber combinado. Por este súbito y desafortunado golpe de timón, el resultado al que llega no es ni una cosa ni la otra, se queda a mitad de camino.

El final es tan inesperado como irrelevante. Retornos es un film partido en dos, donde el todo, marcado por dicho desmembramiento, es menos que cada una de sus partes –por más que la segunda sea bastante floja. Si se tiene en cuenta que la mezcla de géneros no es algo tan accesible como muchos parecen creer, mejor hubiera sido no complicarse.