Siempre se vuelve al primer amor
Tres muertes son los conectores narrativos que definen el mini universo de Retornos, thriller español, coproducido por Patagonik y en otro tanto por Colombia y Portugal, dirigido por el debutante Luis Avilés Baquero.
La primera muerte está relacionada con una frustrada fuga de amantes a causa de un fortuito accidente, donde el protagonista Álvaro sobrevive pero su pareja muere ahogada. Ese detonante marca entre Álvaro (Xavier Estévez) su familia y vecinos una separación que se prolonga en ausencia por diez años. El exilio culpógeno del protagonista lo lleva a intentar rehacer su vida a Ginebra, Suiza, abandonando a su hija Mara (Manuela Vellés) y su esposa, ahora nuevamente casada con Néstor, dueño del prostíbulo del pueblo.
La segunda muerte se vincula con el padre de Álvaro y así marca el obligado regreso a la tierra natal y al pasado con un pedido póstumo: recomponer los lazos con su hija y con su hermano. Sin embargo, la apatía de todos no oculta el resentimiento, por eso la sensación de que nadie está contento con su retorno crece una vez que el hombre procura acercarse.
Pero antes de partir, una tercera muerte misteriosa, cuya víctima es una prostituta amiga de su hija, involucra indirectamente a Álvaro y en el interín que espera una resolución sobre su participación en el caso comienza a investigar a la atropellada.
El buen manejo del suspenso y la dosificación de información sin apresurar resoluciones abren un abanico de posibilidades a un relato meditado con una galería de personajes bien construidos y un ritmo lo suficientemente ágil para que fluya la investigación. Tanto Álvaro en su cruzada redentora como el espectador irán deshilvanando una compleja red de secretos y mentiras donde no todo es lo que parece.
Algo del cine noir y otro tanto del estilo de Claude Chabrol se respira en esta ópera prima, que a veces peca de obviedad y otras resulta un tanto forzada para que todo encaje armónicamente. Pese a esos notorios defectos, el film convence y atrapa al público.