Mediano drama gallego sobre un pasado doloroso
Hay una pequeña participación argentina (Patagonik como productor asociado) en esta película gallega estrenada ayer de buenas a primeras. Quizá la obra no merecía mucha propaganda, pero ciertos méritos hay que reconocerle. Se trata de un drama social y familiar, acerca de un hombre que vuelve a su pueblo para asistir a los últimos días de su padre. Ese hombre ahora vive en Suiza, pero antes, como iremos sabiendo, tuvo esposa, hija, hermano y cuñada. Ahí está el detalle, en la cuñada. Y en un accidente fatal, que lo convirtió en culpable de dos delitos. Ni la familia ni el pueblo han olvidado esa desgracia, y bien que se la recriminan al pobre infeliz.
El resentimiento, el odio, la mezquindad, son temas habituales de la narrativa gallega, y acá hacen una correcta aparición, junto a otro menos transitado: la necesidad de perdón. Pero el asunto tiene sus colaterales. La esposa encaró una nueva vida con otro hombre, que le da seguridad, pero que casualmente también provee y administra el puticlub local. Y cuando aparece una chica muerta, el primer sospechoso no es el cafisho, sino justo aquel infeliz a quien todos odian. Su única posibilidad es investigar el asunto por su cuenta, lo que, de paso, quizá le permita alguna posible reconciliación con su hija. La parte de intriga policial es comparativamente reducida, pero contribuye a matizar el drama con algunas variaciones dignas de tener en cuenta. Y el conjunto, en fin, se hace interesante.
Opera prima de Luis Avilés Baquero, colombo-gallego fogueado como asistente de producción de la serie «Galicia Exprés», libreto de Alejandro Hernández, cubano-gallego, rodaje en La Coruña, con gran presencia del rio Tambre, cielos grises, casas viejas y gentes amargas, todo 100% gallego.