Demorada por la pandemia, llega finalmente a los cines de la Argentina la consagratoria película de Céline Sciamma centrada en la relación entre una pintora y la mujer a la que tiene que retratar. Este notable film de 2019 tiene como protagonistas a Adèle Haenel y Noémie Merlant.
Uno de esos estrenos que quedó demorado –muy demorado– por la pandemia, llega a los cines de la Argentina RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS, la consagratoria película de la realizadora francesa Céline Sciamma, que fue una de las revelaciones del Festival de Cannes 2019 –donde ganó el premio a mejor guión– y luego tuvo una amplia circulación en festivales internacionales, ganando 57 premios, incluyendo mejor película extranjera en los BAFTA, mejor película europea en los Goya e incontables premios de la crítica, en especial en los Estados Unidos, donde el film tuvo una muy importante repercusión, acaso aún mayor en términos de reconocimiento que en Francia.
La cuarta película de la directora de TOMBOY (que ya estrenó una nueva en 2021 llamada PETITE MAMAN, ver crítica aquí) cuenta una historia de deseo y amor entre dos mujeres a fines del siglo XVIII. Marianna (Noémie Merlant) es una pintora que llega a una isla remota con la misión de retratar a Héloïse (Adèle Haenel), una mujer que ha sido obligada a ser parte de un matrimonio arreglado con un hombre de Milán, al que no conoce. Pero Héloïse se rehusa a posar para ese cuadro (básicamente, a ser parte de ese «circo») y Marianna debe arreglárselas para pintarla haciéndose pasar por mucama y solo observándola al paso. De a poco empieza a desarrollarse una relación entre ambas mujeres –Héloïse se deja pintar, para empezar– que termina por explotar cuando se quedan solas en el lugar junto a una sirvienta (Luana Bàjrami) que tiene sus propias dificultades.
Es un drama de cámara de una sutileza única, que maneja un exquisito balance entre la discreción, el misterio y un romanticismo más potente a través del que, de a poco, los sentimientos y las emociones finalmente van apareciendo y floreciendo. Es, claramente, una fuerte crítica contra el patriarcado, contra la sumisión femenina a lo largo de la historia, contra el tabú del aborto y un reflejo claro de las diferencias entre una mirada femenina y una masculina, especialmente a la hora de hacer este tipo de retratos. De todos modos casi nunca se la siente como una película que sea la puesta en escena de una idea precedente. Al contrario, la poesía sutil y potente del film fluye con extraordinaria naturalidad. Y las dos actrices elevan el drama romántico aún más. Un film que tiene todo para transformarse en un clásico del cine contemporáneo.