Retrato de una mujer en llamas es una película francesa ganadora del premio al Mejor Guion en el último Festival de Cannes y nominada al Globo de Oro como Mejor Película extranjera. Escrita y dirigida por Céline Sciamma, está protagonizada por Noémie Merlant y Adèle Haenel, acompañadas de Luàna Bajrami y Valeria Golino.
La historia transcurre en la Bretaña francesa de 1760, lugar donde asiste la pintora Marianne para pintar el retrato de Héloïse, la hija de una condesa que está por casarse en un matrimonio arreglado. Pero debe hacerlo a escondidas, haciéndose pasar por dama de compañía mientras la observa, lo que termina haciendo que se enamore de su modelo. Y es así como entre ellas entablan una relación que se opone a las normas sociales establecidas en un ambiente protegido, sabiendo que no puede durar mucho tiempo.
Lo primero que vale la pena destacar de “Retrato de una mujer en llamas” es la austeridad de su puesta en escena. Porque si bien se trata de un melodrama de época, se lo reduce a la mínima expresión narrativamente posible. Y es así como durante la mayor parte de la película tenemos a estos cuatro personajes que habitan solos en esta casona aristocrática en la que sobra el espacio, en un caso similar al de “Los soñadores” (The dreamers, Bernardo Bertolucci 2003), aislados voluntariamente del mundo exterior.
Otro aspecto que vale la pena destacar son las actuaciones de su dúo protagónico, ya que la química en la pantalla entre Noémie Merlant y Adèle Haenel genera una tensión sexual que es llevada al extremo. Tensión que se genera mediante gestos, miradas y diálogos en los que se adivinan otras intenciones que intentan disimular haciéndolas pasar por curiosidad profesional. Y los hombres, en cambio, tienen una muy escasa participación manteniéndose fuera de campo, y es por eso que su aparición sobre el final genera una interrupción sorpresiva.
Por último, un párrafo aparte merece la fotografía, a cargo de Claire Mathon, por la que ganó numerosos premios, y se destaca por componer imágenes similares a las de pintores clásicos de diferentes etapas. Es así como puede apreciarse desde la quietud propia de las modelos renacentistas en algunos primeros planos hasta el movimiento del impresionismo en algunos planos generales del paisaje costero, que recuerdan a “La hija de Ryan” (Ryan’s daughter, David Lean 1970).
En conclusión, “Retrato de una mujer en llamas” es un melodrama de época contado en forma minimalista. Pero que dentro de su formato clásico plantea la ética de algunas convenciones sociales que son transgredidas en un ambiente protegido. Y de esta forma se invita al espectador a reflexionar sobre el tema y sacar sus propias conclusiones