Triunfo, ocaso y redención en el boxeo
Jake Gyllenhaall interpreta a Hope, un púgil de esos que son golpeados hasta la desfiguración pero que se recuperan para vencer heroicamente a su rival. En el medio, tragedia personal, familia y ángel redentor en dosis sentimentalistas.
El recetario argumental con todos los clisés de films que retratan el mundo del boxeo tiene su apotegma en las imágenes de Revancha del menos que discreto cineasta Antoine Fuqua (Día de entrenamiento; El justiciero). No está mal, se aclara, que dentro de una película se trabajen los lugares comunes de un género, o en este caso, a partir de un tema ya transitado en docenas de títulos en donde se describe el triunfo, ocaso, caída y redención de un púgil del ring. En esos códigos se desarrolla la historia de Hope (Gyllenhaall en una labor de riguroso sacrificio corporal antes que actoral), su esposa (McAdams) y la pequeña hija de ambos (Laurence). En esa particular estrategia de Hope por ser golpeado hasta casi caer demolido por las piñas y luego vencer al rival pese a que termine con el rostro machucado, Revancha propone su primera "metáfora realista" que luego convergerá a la tragedia personal -no conviene contarla- que padecerá el protagonista. En la segunda mitad, ya con una narración inclinada a la obviedad sin retorno, surge el clásico perdedor del mundo del box, el futuro consejero y el ángel redentor del golpeado Hope; en ese sentido, la aparición de Tick Wills (el negro Forest Whitaker), pese a lo fagocitado de su personaje (recordar a Morgan Freeman en Million Dollar Baby de Clint Eastwood), transmite un poco de valiosa humanidad a una película que apunta a la emoción con armas discutibles. En tanto, en más de una oportunidad, la música de Eminen (en un principio, era el encargado de encarnar a Hope), entrega una dosis extra cinematográfica de características retro-videocliperas que recuerda a los buenos años de MTV.
En esa ensalada de golpes, castigos, dolores, sacrificios y martirologios que recorre la agitada vida del fajador Hope, la trama invita a la comparación con otros títulos donde se describe ese pasaje tan repetido en la vida de un boxeador de ficción. En ese punto, Revancha está más cerca de Rocky, pero no de la primera, sino de las siguientes a la obra inicial con Stallone y Balboa, debido a su pirotecnia visual y a las tragedias que, en este caso, ocurren arriba del ring. Eso sí, sería casi irrespetuoso para la gran historia del cine colocar al film de Fuqua como heredero de El toro salvaje de Scorsese o de Gatica, el mono de Leonardo Favio. Mientras Hope vive un vía crucis con ecos de la aborrecible El campeón de Franco Zeffirelli, aquellos registros sobre Jake La Motta y el guarango boxeador puntano tomaban como pretexto al film de boxeo para hablar de otras cosas, mucho más importantes que una pelea con ganadores y perdedores del ring, y de la vida.