Revancha

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Por algo se llama Esperanza

La impresionante actuación de Jake Gyllenhaal como Billy Hope sobresale en este filme de redención casi incondicional.

Las películas con un boxeador en el centro (de la historia, no necesariamente del ring) suelen ser convencionales, más o menos así: el púgil se esfuerza, asciende, pierde (el orden de los factores no altera el producto), tiene una mujer que lo ama, en su rincón, un entrenador inspirador, hay un manager inescrupuloso y en medio el filme aparecen peleas mejor o peor coreografiadas.

Revancha puede encuadrarse en este subgénero deportivo, pero lo que la rescata es la construcción de Billy Hope (Billy Esperanza), el personaje, y que sea Jake Gyllenhaal quien lo interprete.

Hope es un tipo sufrido, un sangrador en el ring pero con un punch terrible. De los ítems arriba mencionados tiene todos, pero Revancha es más una tragedia que un filme deportivo o sentimentaloide.

El boxeador con su esposa (Rachel McAdams) viven en una mansión soñada, que ni siquiera hubieran imaginado cuando salieron de orfanatos del Hell’s Kitchen, muy cerca del Madison Square Garden donde Hope defiende su título mundial en la primera pelea que vemos. Tienen una hija adorable. Tenían, porque Hope -que es parco para hablar y expresarse, aunque no a la manera de Rocky- lo perderá todo. Aquí el orden lo pondrá le espectador: su mujer, su título, su casa, la tenencia de su hija (Oona Laurence).

Antoine Fuqua (Día de entrenamiento) conoce el mundo del boxeo, y cuando decidió contratar al actor de Secreto en la montaña le avisó que lo fajarían de verdad. Gyllenhaal habrá esculpido su físico, pero también le esculpieron la cara.

Aunque, insistimos, es Gyllenhaal el motor sobre el que camina Revancha. También están Forest Whitaker, filosofando y con aire melancólico, McAdams como la voz que intenta poner a Hope con los pies en la Tierra, un tema de Eminem, y está 50 Cents, y la música del fallecido James Horner, a quien le dedican el filme. Todo suma, pero el espectáculo está en Gyllenhaal, en cómo este tipo es capaz de convertir un guión poco verosímil en un alarde de talento. Porque aquí el personaje supera a la ficción, y cada uno sabrá si eso es lo más recomendable.