Cuando la historia y el cine no van de la mano
Todos sabemos que "Revolución - El cruce de los Andes", está hecha con fuerte apoyo oficial, en años importantes para nuestra historia. Necesitábamos, como país, una revisión moderna de las hazañas de nuestros próceres y es saludable que este tipo de películas comiencen a llegar a nuestras salas... Antes fue "Belgrano", ahora, le toca el turno a San Martín.
Pero para hacer el análisis de este trabajo de Leandro Ipiña, hay que desdoblar el enfoque. Como ya dije antes, es positivo que como ciudadanos, y para las nuevas generaciones, haya material fílmico que ayude a reconstruir nuestro recorrido como Nación. Y desde ese punto de vista, abrazo sin dudar "Revolución". Una película hecha con buenas intenciones donde la producción se esforzó al máximo en lograr un resultado creíble, conmovedor y enmarcado en su época con sólido vestuario y reconstrucción precisa. Eso, no se le puede negar al trabajo de Ipiña y su gente. Los lugares donde la gesta tuvo lugar (el cruce de los Andes) ofrecen un serio nivel de trabajo, así como detalles históricos que suman, que uno no puede dejar pasar (la constitución del ejército de San Martín, con mayoría de mulatos y mestizos, por ejemplo). Fue un proyecto encarado con seriedad y los rubros técnicos (las batallas y el audio, por nombrar dos ejemplos) han estado a la altura de lo deseado. Por ende, desde esta mirada, y sobre todo para los docentes que enseñan nuestra historia, "Revolución" es un film que marcará un hito, como lo hizo, en su tiempo, "El santo de la Espada".
La anterior biopic de la vida del Gran General fue cuestionada por no mostrarlo humano, sino, todo lo contrario, reforzando la idea de los viejos libros de historia que lo presentaban como un ícono de luz que jamás mostró su revestimiento terrenal, bajo ninguna circunstancia.
Bueno, sabemos, ahora que somos adultos (digo, como espectadores, con mayor riqueza en la visión), que José de San Martín era humano. Era, sin dudas, un elegido, un hombre enviado a transformar los destinos de las entonces Colonias y volverlas Naciones. Esa dualidad, debería estar clara cuando observamos una película que aborda su imagen y tarea por la liberación. "Revolución" se centra en la reconstrucción de los momentos previos al cruce de los Andes en 1817 y cierra su periplo unos meses después luego de la primer gran batalla en suelo chileno. Es un relato enmarcado (hay una historia de un viejo soldado que en 1880 narra su encuentro con el General) y se arma a través de flashbacks, lo cual le da un toque más contemporáneo a la narración que otros relatos del mismo tenor. Lo cual, debemos decir, que a pesar de transitar estructuras narrativas simples, no logra trasmitir emoción, lo cual llama poderosamente la atención entiendo lo increíble de la hazaña por realizar.
Porque "Revolución", es, mal que a algunos les pese, un producto cinematográfico. Se proyecta en cines, y si me permiten quitarle el halo de misticisismo que da acercarse a la figura del Padre de la Patria, (cosa difícil, reconozco), éste, es un producto, en ese aspecto, pobre. Muchas veces dijimos que en el cine, hay que hacer pensar, hay que emocionar o hay que entretener. Creo que este acercamiento a un recorte de la vida de San Martín el guión no logra hacer ninguna de esas tres cosas durante mucho tiempo, con lo cual la cinta, ofrece un nivel de intensidad escaso, sólo alterado por esporádicos combates durante el cruce de los Andes. Rodrigo de la Serna hace un buen trabajo, pero el libro le pide una economía de palabras (que quizás hayan sido características de San Martín, cosa que no niego, pero que desde lo fílmico requieren adaptación) que lo aprisiona y que lo deja haciendo gestos forzados durante gran parte de la cinta. En el cierre (y cuento esto porque todos sabemos que la película narra hasta la batalla de Chacabuco), el protagonista deja claro, con su arenga previa a la batalla, que lo fuerte, son las palabras. En ese momento, más allá de cómo se le transfigura el rostro a De la Serna, lo memorable de su actuación se produce por su discurso. El resto del tiempo que transita por la película, tenemos más suposiciones que certezas, dado que hay mucho silencio y un ritmo de narración demasiado apagado para el formato cinematográfico que en estos tiempos tenemos.
Si hay que tener en claro, que San Martín, como prócer, ha sido el ejemplo de muchas generaciones de argentinos que lo sentimos, realmente, nuestro Padre, por sus valores y entrega incondicional hacia la libertad y la igualdad. Esto, juega mucho al entrar a la sala. La gente me dice, en todos lados que va a ver "Revolución" porque la vida de este hombre la atravesó desde su infancia. Lo cual, me parece muy bien. Creo que este film muestra un costado real del prócer que aporta a reforzar y enaltecer su figura, de cara a estos años en los que revisamos nuestra historia de independencia. Si me preguntan, como argentino, hay que ir a verla, solo por eso. Desde 1970 (cuando Torre Nilson hizo la biografía anterior), no tenemos a San Martín en los cines... casi 41 años no? Entonces, entiendo que es más un evento, un homenaje histórico, que una buena película de fin de semana.
Y con esto cierro la idea, "Revolución" va en dirección a lo que como pueblo necesitamos, reconstruir historia. Pero si la intentamos analizar por sus valores cinematográficos puros, como producto de entretenimiento, falla. Propongo ir al cine como si fuera hojear un viejo libro de Ibañez que encontramos en nuestra biblioteca y deleitarnos con su relato del cruce de los Andes. Y en esa dirección, cuando rememoramos la gesta, la emoción disimulará aquello que este film no logra resolver. Una película, en síntesis, cuya fuerza reside en conmemorar y eso es algo que nuestro pueblo necesita, siempre.