Rex, de Fernando Basile
Por Mariana Zabaleta
El teatro de la crueldad nunca termina. Si el mundo es un gran escenario, el cine reproduce al infinito las postales más crudas del devenir humano. El momento de la tragedia fascina y nunca dejará de funcionar, maldita máquina a sangre. Arrastrados por cada latir la tensión aumenta arrojándonos a un desenlace apabullante. Cuando todos estos elementos están dados con maestría la empatía se produce y compartimos el azoramiento de sus protagonistas.
Rex es un pibe del conurbano, la pálida tensión de lo cotidiano se genera en la fricción con sus pares masculinos. Todos parecen imbuidos en un frecuente fastidio. Las cosas se suceden sin aparente relación, pequeños actos o accidentes van configurando el complejo e intrincado tablero, que como laberinto dispone el destino de sus victimas.
Basile dispone el juego con cintura, nos entregamos a la historia gracias a las convincentes interpretaciones. Cabe destacar el trabajo de sonido que genera las atmosferas correctas para arrojarnos a la desconcertante desazón. Una historia tan conocida e intrigante como la mismísima cultura occidental. Desde adentro es difícil ver la configuración del mecanismo, siendo engranaje solo se puede obedecer al movimiento esperando en el reposo un buen desenlace. Marcados por los juegos de los dioses, sus protagonistas solo pueden cumplir los designios de la profecía. Una vez mas ésta trama se actualiza confluyendo en la sublime aporía del intelecto humano; la inmensidad del horror muestra la paradoja de la libertad humana.
REX
Rex. Argentina, 2017.
Dirección: Fernando Basile. Guion: Fernando Basile y Javier Aparicio. Interpretes: Javier Aparicio, Sergio Marinoff, Juliana Muras, Yasmin Sapollnik, Manuel Intrieri. Distribuidora: Primer Plano. Duración: 102 minutos