Una historia de ladrones septuagenarios que pasan de lo simpático a lo trágico.
El placer se contagia. El placer de estos señores actores por actuar nos permite olvidar las faltas de tono de esta historia de ladrones septuagenarios que pasan de lo simpático a lo trágico. Porque si, como dice Godard, todo film es un documental de sí mismo, queda aquí el documento de cómo actuar en, por y para el cine, y eso alcanza. Lo demás no está a la altura de estos artesanos de la vida ajena que tenemos la suerte de ver casi un par de horas en tamaño más grande que la vida.