En Semana Santa de 2015 se llevó a cabo el titulado “robo del siglo” en Reino Unido, donde un grupo de hombres de edad avanzada robaron el depósito de seguridad Hatton Garden que contenía diamantes valorados en alrededor de 200 millones de libras. Este hecho, además, inspiró una seguidilla de películas, como “Hatton Garden the Heist” en 2016 o “The Hatton Garden Job” en 2017. Ninguna de las dos tuvieron una buena aceptación dentro del público y la crítica especializada, pero esto no impidió volver a llevar este caso a la pantalla.
Es así como “Rey de Ladrones” (“King of Thieves”) llega este jueves a las salas para contar, una vez más, la historia de un grupo de ancianos que en sus buenas épocas eran criminales y que, ahora, por cuestiones de la edad y los distintos caminos por los que los llevó la vida dejaron atrás esas prácticas. Sin embargo, se vuelven a reunir en el funeral de la esposa del líder de la banda, Brian Reader (Michael Caine). Por su parte, Basil (Charlie Cox), un hombre mucho más joven le propone a Reader robar las cajas fuertes del depósito de seguridad Hatton Garden, cuyo contenido tiene joyas y dinero. Es así como el equipo vuelve al ruedo en el considerado robo del siglo de Reino Unido.
En primer lugar nos encontramos con un grupo de personalidades británicas con una larga trayectoria cinematográfica, encabezado por Michael Caine y completado por Jim Broadbent, Ray Winstone, Michael Gambon, Tom Courtenay y Paul Whitehouse. A este reconocido elenco se le suma un actor más joven pero que también se volvió popular a raíz de su protagonismo en “Daredevil”, Charlie Cox. Todos se encuentran correctamente en los papeles que les toca encarnar, porque son buenos actores, a pesar de que en algunos momentos el guion no ayuda a la completa construcción de los roles, sino que solo se queda en la superficie.
De todas formas, el grupo variopinto de personajes (y las interpretaciones de estos icónicos actores) es uno de los elementos más acertados que tiene este film irregular que no termina de explotar. No nos otorga la espectacularidad deseada para una historia de atracos ni la tensión o el suspenso requeridos para este tipo de argumentos. Incluso, hacia el tercer acto, la cinta incorpora una investigación policial que se encuentra en un segundo plano, a la cual se le podría haber sacado mayor provecho, pero prefieren enfocarse en la paranoia del grupo y en las posibles traiciones (igualmente esta situación estuvo bien manejada). La película, en cambio, intenta cautivar al espectador más por su gracia y comicidad, a través de una gran cantidad de gags sobre el tema de la tercera edad y los inconvenientes que ella conlleva. Algunos de ellos logran su cometido, mientras que otros no, debido a que incurren en lo chabacano o directamente se sienten forzados, notándose el objetivo de querer hacer reír al público a base de cualquier pretexto.
Con respecto a los aspectos técnicos, podemos destacar la utilización de música potente en los instantes en que la imagen lo requiere, sobre todo en aquellos en los cuales se está produciendo el atraco. De todas formas, en algunos momentos el sonido cobra mayor importancia que la acción de los protagonistas y pueden sacar al espectador del clima buscado. El montaje es tradicional, aunque en ciertos parajes del film apela a diversos flashbacks, queriendo generar un paralelismo entre los ladrones de ahora y quiénes fueron en su época dorada. Sin embargo, solo se usa en algunos períodos, haciendo que quede un poco tosco este recurso.
En síntesis, “Rey de Ladrones” es una película basada en hechos reales que se favorece de su elenco con una trayectoria cinematográfica envidiable para contar una historia sin mucha innovación. Ni tan graciosa e inteligente como para convertirse en una comedia efectiva ni tan espectacular y tensionante como para retratar un argumento de atracos, la cinta se queda a mitad de camino entre lo que se proponía y lo que finalmente logró.