En Inglaterra se lo conoció como “El robo del siglo” y conmocionó a todos. Durante la Semana Santa del año 2015 un grupo de ladrones robó la compañía de depósitos Hatton Garden Safe Deposit. Además de la gigantesca cifra del robo, dos cosas llamaron la atención: la primera fue el robo de la vieja escuela, según comentaron los expertos y la segunda es que los ladrones eran todos veteranos, muy mayores para esta clase de delitos. Un grupo de ancianos realizando un robo que parecía de película. Todo un evento para la opinión pública y la prensa. Se calcula que es posible que hayan robado alrededor de 200 millones de libras.
Un parámetro del impacto que tuvo el robo es el hecho de que se hicieron tres películas sobre un robo ocurrido hace menos de cuatro años. Hatton Garden: The Heist (2016), The Hatton Garden Job, también conocida como One Last Heist (2017) y finalmente la que se estrena ahora King of Thieves (2018) que sin duda es la que tiene el elenco de mayores estrellas y por lo tanto proyección internacional.
Si se hicieron dos películas que pasaron desapercibidas eso más que una oportunidad para hacer una tercera debería haberse tomado como una advertencia para no hacerla. El tono elegido no fue el de un policial dramático sino el de una comedia con viejos graciosos, un subgénero que hace tiempo viene dando buenos resultados en la taquilla. Si el ideólogo del plan es nada menos que Michael Caine –que un año antes hizo otras comedia de viejos ladrones, Going in Style– es obvio que la película tiene un interés inicial. El resto de los cómplices lo conforman Ray Winstone, Jim Broadbent, Tom Courtenay Paul Whitehouse y Michael Gambon, todos rostros conocidos, incluso legendarios, del cine británico. Solo se le suma alguien más joven, interpretado por Charlie Cox.
Pero la película, dirigida por James Marsh, no puede evitar convertirse en una comedia policial muy rutinaria, donde simplemente se cuentan los eventos con algunos chistes y todo parece forzado y ya muy usado en demasiadas ocasiones. No siempre la repetición falla, pero en este caso que no haya nada novedoso sí se siente. Algunos momentos donde se pasa de lo gracioso a lo dramático consiguen darle algo de fuerza a la historia. Es fácil imaginar que un grupo de ladrones disputándose una suma como esa no eran simpáticos viejitos haciendo chistes. La película no logra su objetivo como comedia y tampoco como policial. No logran despegarse de la realidad a pesar de las obvias licencias poéticas ni tampoco se convierte en una interesante reconstrucción de lo ocurrido. No se trata solo de elegir una historia y actores gigantescos, se necesita más para hacer una buena película.