Como su título lo indica, Rey Richard: Una familia ganadora es una exaltación de Richard Williams, el padre de las tenistas afroamericanas Venus y Serena Williams. La película tiene todos los condimentos de una biopic norteamericana clásica y una precisa dosificación de recursos y elementos: es dramática sin excederse, humorística cuando es necesario, política cuando hace falta, conmovedora hacia el final, y entretenida durante el transcurso de la trama.
Todo el peso de la historia dirigida por Reinaldo Marcus Green cae sobre los hombros de Will Smith, quien interpreta de manera convincente al personaje del padre de las hermanas que ganaron todos los torneos que se propusieron para convertirse en las número uno del tenis femenino mundial.
Richard Williams se muestra como un padre completamente entregado a sus hijas Venus (Saniyya Sidney) y Serena (Demi Singleton), las más chicas de una familia integrada por cinco hermanas (las otras tres son hijas de la esposa, Oracene Price, con otro matrimonio). La clave de esa entrega está en que Richard tiene un plan. Incluso desde antes de que nazcan las nenas ya sabe lo que quiere para ellas.
La disciplina excesiva que les inculca a las chicas puede parecer propia de un desquiciado, al que se le va un poco la mano con el entrenamiento. Pero la película de a poco va mostrando los argumentos de Richard, su modo de pensar, su convencimiento de que sus hijas tienen que entrenarse duro para cumplir el sueño al que están destinadas: ser las mejores, tanto en el deporte como en la vida.
El filme se las ingenia para contar, en poco menos de dos horas y media, cuando dan sus primeros pasos en busca de un entrenador, cuando se entrenan en la canchita del barrio, cuando empiezan a participar en los torneos Junior, cuando consiguen su segundo y definitivo entrenador (interpretado magistralmente por Jon Bernthal) y cuando se mudan a Florida, donde Richard decide que las chicas no van a participar más en los Junior. Porque si hay algo que sabe el terco y metódico Williams es que las niñas tienen que crecer con normalidad, priorizando el estudio y la familia. Ya llegará el momento de dar el salto al nivel profesional.
Por más que pueda parecer una publicidad de las tenistas (y una ficción que elogia la figura paterna), la película construye un personaje inspirador, que se planta ante los ventajistas de siempre, los mismos que quieren aprovecharse del talento de las chicas para hacerse millonarios. Richard está ahí para pararles el carro, para decirles no.
Hay un momento clave: Richard obliga a la familia a ver Cenicienta, el clásico animado de Disney. Cuando terminan de verla, les pregunta qué les enseñó. Ante las respuestas insatisfactorias, Richard les dice que la película les enseña a ser humildes. De alguna manera, Richard está hablando de Rey Richard. Ese es el momento en que el mensaje de la película de la ficción se une con el de la que vemos en la sala.
Al final quizás se ajusta demasiado a una fórmula de biopic documental que muestra fotos de los personajes reales, con el consabido efecto emotivo. Sin embargo, Rey Richard despliega una cantidad apabullante de herramientas y recursos narrativos, con un ritmo inquebrantable, para contar una historia más importante de lo que parece.