En Ricardo Bär se sigue al personaje del título, un tímido evangelista de Colonia Aurora, a lo largo de su preparación para ingresar con una beca a una institución religiosa de Buenos Aires. Pero la filmación de la película de Gerardo Naumann y Nele Wohlatz resulta accidentada y llena de dificultades: los habitantes de la localidad misionera desconfían de ellos, y una buena parte del film está dedicada a relatar, desde la voz en off de sus realizadores, los intentos de convencerlos para que los dejen filmar ahí. La película se presenta rápidamente como una construcción: las escenas no ocultan la manipulación de los cineastas; los entrevistados aceptan “actuar” de ellos mismos y parecen estar dirigidos como cualquier actor; la planificación se deja sentir en cada plano. La película, fragmentada como el portuñol que hablan los habitantes de Colonia Aurora, observa la realidad sin esconder su intervención al tiempo que reflexiona reposadamente sobre sus propios materiales.