El problema de la representación
La particularidad de este documental de los directores Nele Wohlatz y Gerardo Naumann es la idea de exponer en carne viva el artificio cinematográfico y reflexionar, a partir de la experiencia de abordar a un personaje un tanto díscolo, sobre los problemas de la representación a la hora de plantear una puesta en escena para un potencial documental, atento al registro sin filtros de lo que acontece delante de cámara.
Dos tipos de adaptaciones al entorno atraviesan el universo de Ricardo Bär: la de los propios realizadores para convencer y ganarse la confianza de una comunidad de alemanes, en Aurora (Misiones), cuyas familias practican el culto católico bautista y la del propio Ricardo Bär, un joven que afronta una de las decisiones más difíciles de su vida, la cual consiste en la aventura de viajar a Buenos Aires para estudiar teología y así convertirse en pastor o continuar su rutina en el campo, hacer honores al legado paterno y ganarse el respeto de la iglesia de su pueblo con un sermón antológico.
De la misma manera que en 2005 Mariano Donoso en su original film Opus expusiera el artificio del proceso de rodaje de un documental sobre la crisis educativa que nunca se llega a concretar, Ricardo Bär transita por el mismo camino sinuoso de la representación, sus limitaciones y la manera de vincularse con un entorno hostil, cuando no un personaje que expone a cámara sus contradicciones y reparos al convertirse en protagonista de una película.
Es la distancia de la cámara la que traza el rumbo errático y los contratiempos que deben sortear Nele Wohlatz y Gerardo Naumann, quienes desde el guión y bajo una estructura narrativa partida, que rompe la linealidad temporal (el presente del film en realidad se conecta con situaciones anteriores a las mostradas) y utiliza la voz en off como apunte irónico a veces y otras meramente informativo para orientar al espectador; deconstruye el artificio y reflexiona -en silencio- acerca de las posibilidades de intervenir frente a la realidad aunque se persiga celosamente la idea de mantener la fidelidad ante los hechos, porque en definitiva el salvoconducto de ofrecer al protagonista la chance de la beca de estudios para así comprometerlo en la película, representa la misma contradicción ética de los realizadores al actuar sobre la realidad.
Ricardo Bär, personaje, parece tomar las riendas de Ricardo Bär, película, de manera anárquica y despótica al ejercer un efecto de fascinación y misterio, capaz de sostenerse en el derrotero de contratiempos durante el complicado proceso de rodaje, en eso reside su rareza, que podrá o no atrapar al espectador en caso de que éste muerda los anzuelos –a veces no tan evidentes a simple vista- lanzados al mar de dudas por los entusiastas documentalistas, quienes se dejan seducir por la estrella en vez de dirigirla hacia donde realmente debería haber llegado: terminar una película sobre la experiencia de un joven de la provincia de Misiones, quien parte hacia Buenos Aires, dejando atrás su pueblo y su zona de confort, convencido de que su guía no es otro que el propio Jesús.