Ricki, o mejor dicho Linda, el personaje que Meryl Streep interpreta en “Ricki and the Flash: Entre la fama y la familia” (USA, 2015), no se debate entre los dos “bandos” que el subtítulo local anuncia, al contrario, ella ha decidido en determinado momento de su familia correrse del lugar tradicional y esperado en el que se encontraba para, de alguna manera, poder cumplir su sueño con la música.
Y si bien en un pasado editó un disco, si DISCO, long play, como los de antes, nunca pudo alcanzar la fama que tanto anhelaba. Abandonando a su marido (Kevin Kline) y a sus hijos (Mary Willa "Mamie" Gummer, Sebastian Stan, Peter C. Demme), y tras varios años de no tener contacto con ellos, debe volver a visitarlos por el sorpresivo intento de suicidio de Julie (Gummer), quien fue abandonada por su reciente esposo.
Pero volver para ella es también encontrarse con algo que hace tiempo que no sabe realmente como es, ni siquiera conoce la posible respuesta de su familia ante su presente alejado de ellos y tan con sabor a “nada” de ella.
Porque Ricki sigue viviendo en su presente como en el pasado, enfundando su cuerpo con ropas de otra época, con su vieja e inalterable banda de covers, y tocando en un pequeño tugurio para un puñado de espectadores que arengan y celebran cada canción que toca.
Y pese a que ha intentado aggiornarse, y de superar su rutinario trabajo como cajera de supermercado, en donde la dirige un joven que apenas supera los 20 años, Ricki al enfrentarse con la realidad de su hija, oscura, sombría, comienza a preguntarse sobre su accionar ante el resto del mundo.
Diablo Cody le otorga al realizador Jonathan Demme la posibilidad de construir un profundo dramedy en el que la música es tan sólo la excusa para poder hablar de los roles en la sociedad actual y, principalmente, del lugar que le otorgamos a aquellos que de alguna manera deciden correrse de los esterotipos y rótulos que tanto apresan.
“Ricki and the Flash…”, además, posibilita el acercamiento a la realidad de una norte américa diferente, porque en muy pocas ocasiones podemos ver cómo familias ensambladas se manejan, ni mucho menos, qué está pasando en la realidad de un Estados Unidos surcado por la depresión y crisis económica.
Demme juega con el brillante guión y apela constantemente a la emoción para construir un sólido filme sobre vínculos humanos en la época en la que las redes sociales distancian en vez de unir.
Meryl Streep es un camaleón, que además puede subirse a la montaña rusa de emociones que es su Ricki/Linda, logrando generar empatía con un personaje que bien podría expulsar al otro más que acercarlo.
“Ricki and the Flash: Entre la fama y la familia” juega con la música, con los vínculos, con la épica familar en momentos decisivos, y además potencia su discurso con una cámara nerviosa, que se introduce en cada show de Ricki y los Flash para brindar una mirada reflexiva sobre la madurez de los vínculos y también la negación de estos.