Cuando en 2000 apareció por primera vez en la pantalla Richard Riddick, un héroe con superpoderes, se suponía que las aventuras de ese temido personaje continuarían en otros films. Así es como llegan en esta tercera edición que, según la promesa de sus productores, será el final de la saga. Aquí el protagonista, peligroso fugitivo buscado por todos los cazadores de la galaxia, es traicionado por los suyos y dado por muerto en un planeta aislado, donde deberá sobrevivir peleando contra aliens depredadores mucho más letales que cualquier humano que se le haya cruzado en el camino.
La única forma que tiene Riddick para escapar de sus peligros es activar un faro de emergencia para dar alerta a un grupo de mercenarios que rápidamente llegarán al planeta, pero no para ayudarlo, sino para atrapar a ese hombre solitario y cobrar una buena recompensa. El primer barco que arriba a esa galaxia lleva a una nueva raza de letales mercenarios, mientras que el segundo es liderado por un hombre para quien la cacería de Riddick se ha convertido en un asunto personal.
Sin apartarse demasiado de sus antecesoras, esta nueva entrega, dirigida por David Twohy, ofrece una nueva oportunidad para recrearse con todas las emociones de un género que como el de la ciencia ficción puede sobreponerse a cualquier elemento de la lógica. Claro que ello importa poco si, como lo desean los seguidores de estos alocados entreveros, el héroe sabe que sus enemigos no podrán contra él. Los efectos especiales están correctamente diseñados para aportar el camino que ese Riddick deberá recorrer para salir indemne, en tanto que la fotografía y el montaje apoyan adecuadamente la trama. Como si esto fuese poco siempre está presente en la pantalla Vin Diesel, que conoce de memoria su papel, esta vez secundado por el español Jordi Mollá y por un elenco que sabe hacer lo suyo con ciertos rasgos de humor.