Regreso con (un poquito de) gloria
Tras la más que digna Pitch Black (2000) y la olvidable La batalla de Riddick (2004), David Twohy construye un reboot básico y eficaz, un regreso a las fuentes que no llama demasiado la atención, pero que tampoco defrauda: estamos ante un film de ciencia ficción apocalíptico (transcurre en un planeta desolado) donde unos malos persiguen y un antihéroe (el ex convicto Riddick) resiste a puro golpe e ingenio (también hay unos cuantos animales amenazantes dando vueltas).
En efecto, luego de sus aventuras como Toretto en la saga de Rápido y furioso que lo convirtieron en estrella muy taquillera, Vin Diesel vuelve como protagonista y coproductor. No vamos a comparar ambas franquicias (esta es decididamente menor) ni vamos a castigarlo por su escasísima expresividad. La acción y la trama están concebidas para explotar sus atributos físicos y minimizar sus carencias actorales. Como contraparte aparecen intérpretes tan malos como él (desde el español Jordi Mollà hasta el gigantón Dave Bautista) por lo que el pelado Vin no queda demasiado en evidencia.
Saber las limitaciones y explotar los recursos (bastante modestos en este caso) son también méritos en el cine (sobre todo en el clase B). Así, con poco, el duro Riddick de Diesel sale airoso en esta tercera entrega.